Creencias limitantes

Por: Juan Manuel González Montiel

Existe un ejercicio que suelo utilizar en algunas sesiones de aprendizaje, pido a los participantes que se acerquen a una pared del recinto, y estando yo en una silla, les pido que pasen y levanten su mano y su dedo índice lo más alto posible, para marcar la altura más alta que puede lograrse. Cuando han pasado todos, a la persona que se estiró lo más posible le pido que pase al frente con todos los demás viendo. La instrucción ha sido “levante la mano y el dedo lo más alto posible”, al pasar de nuevo, se le repite la misma instrucción y al ser el único y estar frente a un grupo, siempre se rompe la marca. Sin saltar, suelen ponerse de puntas, estirar el cuerpo o apoyarse en la pared y siempre se ubican uno o dos centímetros arriba de su marca. Después, les pregunto ¿Es esto lo más alto que puedes? ¿De verdad es todo lo más alto que alcanzas a lograr? Apoyándome un poco del ánimo y entusiasmo de sus compañeros, animamos al participante y vuelve a romper su marca (sin brincar) una segunda vez, y algunas veces se logra romper una tercera vez.

Con esta historia quiero ejemplificar algo que considero es uno de los principales problemas y causas de la improductividad y falta de innovación de las empresas mexicanas, ya que cada uno de los elementos que colaboran en una organización están limitados por lo que ellos mismos creen.

En todos los lugares, ámbitos, momentos, espacios y con todas las personas, hacer algo distinto, mejorar, crecer, resolver algo es necesario. Necesitamos siempre hacer cosas distintas,  probar ideas, idear nuevos métodos, entre muchas otras cosas. Seguir haciendo lo mismo, o pensar que se ha logrado el máximo nivel de desempeño, es dictar una sentencia de muerte para una empresa.

Y existe algo curioso que sucede en nuestra sociedad, en cada conversación profesional y no profesional que tengo con compañeros, amigos, clientes, etcétera. Puedo decir que todas las personas coinciden conmigo en que no podemos quedarnos tranquilos y quietos ante un mundo demandante, sino que debemos crecer y renovar la forma en que hacemos las cosas, lo preocupante entonces ¿Por qué todas las personas con las que hablo coinciden conmigo, pero en las empresas las cosas son lo contrario? Y lo que me hace gracia es que las mismas personas que me dicen que deben de probarse cosas nuevas y seguir creciendo siempre, son las que constantemente se limitan por sus propias creencias.

Tres son las que considero las principales creencias limitantes que afectan a un gran porcentaje de las personas en la actualidad, y he podido constatar en varios Estados de la República, con varias empresas de varios giros, y múltiples personas, que estas creencias los limitan en lo que pueden lograr y en lo que pueden hacer para mejorar cada día, y al final, hacerse la vida más fácil y ser más productivos.

La creencia de lo imposible

Quizá la creencia más común. Suele suceder que cuando en una organización se requiere un cambio o nos enfrentamos a un reto como puede ser: un producto nuevo, participar en una licitación, cubrir una meta de un cliente urgente, entre muchos otros ejemplos; la respuesta literal de algunas personas cuando se les da la instrucción para lograr esa meta es, “imposible”, “no podemos”, “no hay forma”.

Las personas ni siquiera intentan, se dan la oportunidad, o crean una lluvia de ideas para identificar puntos positivos, puntos negativos para poder resolver el reto que se les pone enfrente. No, no lo intentan, sino que responden de forma directa, que es imposible. Lo grave de esta situación es que dificulta en mucho para los líderes o jefes, el lograr el nuevo reto debido a que en la mente de las personas que forman su equipo de trabajo, se ha plantado la idea de lo imposible.

Suelo ejemplificar esto como las personas que no son conscientes y, por tanto, no aceptan que tienen un problema, por ejemplo, los que levantan la voz y ofenden a las personas. Mientras ellos no acepten que tienen un problema, todas las posibles soluciones que se les pida o se les exija que se ejecuten no tendrán un resultado positivo, puesto que en la mente de la persona están buscándose soluciones para algo que no existe.

Así también pasa con la idea de lo imposible, una vez que las personas han creído desde el inicio que un desafío no tiene solución, todos los intentos de ideas, posibilidades, intentos que vengan; serán para ellos pasos en falso porque son intentos de lograr algo inverosímil, o absurdo de intentar.

Las recomendaciones para atacar estas creencias son autoritarias, pero ante tales ideas negativas, se requieren acciones igual de rígidas.

Para esta primera creencia, la recomendación es comunicar constantemente, crear ayudas visuales, e incluso mencionar al inicio de cada reunión en la que se tratará un nuevo objetivo, que está prohibido responder o mencionar la palabra imposible. Entre más se repita esa regla, aunque las personas tengan en su pensamiento la palabra, al menos al no ser expresada no se contaminará el equipo, y algunos de ellos podrán contagiar de sus soluciones al resto, y poco a poco, a largo plazo, la creencia de que las cosas son imposibles irá desapareciendo.

La creencia de los falsos límites

Como con el ejemplo del ejercicio con el que inició este artículo, esta creencia genera que las personas se coloquen límites falsos, algunas veces siendo conscientes y otras de forma inconsciente.

Cuando se es consciente, las personas suelen poner límites por mantener su zona de confort, por no esforzarse o gastar energía. Porque las personas tienden a mantener su nivel de consumo de energía y no romper su zona de confort, o porque prefieren evitar el pensar, discutir y ejecutar un plan para lograr un objetivo.

Si este es el caso y se logra identificar, es necesario aplicar coaching, mentoring o retroalimentar con el método que se elija al colaborador, para evitar que se presente este comportamiento y gradualmente el colaborador cruce la línea entre proteger su zona de confort y atreverse a crecer y probar nuevas ideas.

Por otra parte, cuando el colaborador no es consciente que está colocando falsos límites, creo que la mejor herramienta es el coaching, para lograr moverlo de esa zona y enfrentarlo a la posibilidad de que las cosas son posibles. 

Llamo a este tipo de coaching el coaching direccionado, porque sabemos la dirección a la que deseamos llevar al colaborador o al equipo, y debemos ser hábiles e inteligentes para realizar las preguntas adecuadas que vayan pavimentando el camino hacía el descubrimiento de las personas del cómo sí pueden lograrse los objetivos.

En un ejemplo reciente, un gerente de producción y el supervisor de un área en particular de una empresa, se encontraban revisando con el socio y Director de Operaciones el plan de trabajo de la siguiente semana, cuando me incorporé, a petición del Director, la meta diaria de productos se ubicaba en 20 productos al día. Al realizar un poco de coaching direccionado la meta quedó en 30 productos por día, al final en esa semana se alcanzó una meta de 148 productos, solo dos por debajo de la meta establecida, sin embargo, si no se hubiera aplicado ese coaching hubiéramos finalizado con 100 productos promedio.

Es importante mencionar que para aplicar este tipo de coaching al que he llamado direccionado, se debe conocer muy bien la operación y forma de trabajo del área de la que es responsable el líder o el equipo involucrado, para poder conocer, comprender y saber orientar el camino de descubrimiento que queremos mostrar a nuestros compañeros.

La creencia de lo negativo

Es probablemente una antesala de la creencia de lo imposible, es el comportamiento que las personas tienen cuando ante un cambio se enfocan en listar todas las razones por las que no se logrará el cambio solicitado, o todos los obstáculos que se presentarán para alcanzar el éxito. 

A diferencia de lo imposible, esta creencia comienza a enfocarse en todo lo negativo para después decir que, por eso será imposible. La parte importante en el líder o jefe es saber gestionar la reunión o conversación, para poder identificar a tiempo este comportamiento, y no dejar que la creencia de lo imposible aparezca.

La manera de manejar esta creencia es aplicar un tipo de catarsis en la persona o en el equipo de trabajo. Una vez que se ha identificado que comienzan a relucir los aspectos negativos de un tema, es importante captar ese momento y dirigir al equipo para crear dos listas, la primera con todos los retos u obstáculos que se pueden presentar. Si se desea profundizar un poco más, se puede asociar esta lista con su probabilidad de ocurrencia y complementar con un análisis de riesgos.

La parte crítica es saber dirigir al equipo para que los retos y obstáculos se agoten, y cada vez sea más difícil añadir uno a la lista. Una vez que se identifica este punto, se trabaja en crear la segunda lista, que es la de los cambios que se requieren para alcanzar el éxito y los potenciales beneficios que el mismo traerá a cada integrante del equipo como persona, a los equipos de trabajo, a las áreas involucradas y a la empresa.

Con lo anterior, se logra desgastar la energía negativa al ir agotando todos los “peros”, o los “es que”, y comenzar a llenar y enfocar al equipo con una energía positiva al orientar la atención en los aspectos positivos que el cambio traerá para todos.

Estas tres creencias son lamentablemente muy comunes, las he vivido y las sigo viviendo constantemente. El trabajo de usted lector y de un servidor, es comenzar a trabajar ya mismo con las recomendaciones que hago, no son únicas, ni son la panacea de la administración de organizaciones, pero son un comienzo. Incluso hay muchas herramientas más, existen libros, videos, tutoriales, seminarios y muchas cosas más que podemos utilizar a nuestro favor para revertir estas creencias que están minando la productividad y competitividad de nuestras empresas.

Lo importante es actuar ya, y no dejar pasar más tiempo. Cómo líderes somos responsables tanto de los aciertos como de los fallos, por ello es necesario poner manos en acción para cambiar y elevar el desempeño de las áreas y empresas que elegimos liderar.

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