Trabajo en equipo VS Individualismo

Por: Juan Manuel González Montiel


Hace algunos años pude presenciar cómo era una clase de estimulación temprana. Durante la clase se motivaba a los niños a gatear como parte de la preparación para caminar. Se les colocaba en un extremo del salón y en el otro las madres, que en su mayoría utilizaban un globo para llamar la atención, mientras que mencionaban el nombre de su hija o hijo. 

Había algo particular en la actividad: se trataba de una competencia, donde las madres eran quienes más entusiasmadas estaban por tratar de lograr que su bebé llegara primero. La pequeña competencia comenzó y los niños comenzaron a gatear; uno de ellos parecía más enfocado y avanzaba con mayor velocidad que los otros. Tanto madres como maestras motivaban a los niños a avanzar, pero en sus voces se notaba entusiasmo porque algún bebé en particular llegara primero.

El niño que iba más adelantado se detuvo a un metro de llegar con su mamá, se dio un momento para esperar y volteó hacia atrás; ahí se quedó hasta que la niña que venía detrás estuvo al parejo con él. Cuando la niña lo pasó, él reanudó su gateo y llegó en segundo lugar. Un coro casi al unísono se escuchó de parte de algunos acompañantes, las maestras y la madre en particular de ese bebé; ese coro fue la expresión que hacemos cuando alguien pierde algo por error, estuvo por conseguir algo y por un descuido no lo obtiene. Ese coro iba dirigido al niño y no fue en un mal sentido, sino una expresión tan común que la vemos normal.

Cabe hacer mención que el niño no se detuvo a esperar a todos los demás bebés, sino a una en particular con la que jugaba mucho, ya que se conocían y solían divertirse juntos, pues era su amiga.

Con esta historia quiero mostrar que el sentido de cooperación, compañerismo y unión ya viene “cableado” en los niños. El bebé en particular se detuvo a esperar a su amiga; él no veía una competencia y no tenía sentido para él ganar o no; sin embargo, las personas a su alrededor se encargaron de transmitir, quizá por primera vez, una sensación de que algo no se hizo bien. Sé que no lo habrá notado, pero estimado lector, reflexionemos sobre cuántas veces en la vida, tanto en casa, la escuela o en general en la sociedad, nos enseñan a competir, a ser los primeros, a terminar antes que todos, a estar al frente de todos.

En general, la vida en sociedad nos está preparando desde casa para ser individualistas, nos enfoca a pensar que, para ser diferenciado de otros, debemos ser los ganadores en esta competencia llamada vida. Comparamos calificaciones en la escuela, inscribimos a nuestros hijos en deportes y los llevamos a competencias, para que estén mejor preparados. En la escuela se realizan competencias, se juega aprendiendo, pero se juega a competir; en la sociedad con los amigos nos gusta diferenciarnos, nos gusta llamar la atención y ser los primeros.

Y cuando volteamos a ver a las empresas, nos damos cuenta de una realidad que es normal considerando todo lo que hemos descrito. En las empresas no hay equipos de trabajo, hay miembros de un área o de un departamento. Suele ser muy difícil tener equipos de trabajo cohesionados que estén enfocados en los objetivos  y que los participantes se dividan o repartan las tareas con base en “para qué son buenos cada uno”. Parece que siempre hay un interés por ser el líder, la cabeza, el que ordena o coordina y el que presenta los resultados.

Durante todo este tiempo, hemos enseñado en las empresas que las personas que ascienden son aquellas que brillan o se desempeñan mejor que otros, son quienes atraen nuestra atención y, por lo tanto, los elegimos a ellos cuando un ascenso está disponible.

Si lo pensamos críticamente, es el mismo comportamiento que hemos motivado desde niños; enseñamos a las personas a competir, a pensar de forma individual, y en la empresa también recompensamos eso.

Desafortunadamente, el individualismo y el desempeño personal nunca será tan eficaz como el trabajo en equipo. Existen múltiples actividades o dinámicas que demuestran cómo el trabajo en serie, la separación de funciones y el trabajo coordinado de un grupo de personas exceden con creces el trabajo individual de los mismos. Podemos expresar entonces que la suma del máximo desempeño individual siempre será menor al desempeño promedio de los individuos colaborando como equipo.

Son los equipos de trabajo que se desempeñan de forma eficiente los que logran cosas extraordinarias en las empresas, y es que el sentido de crear un grupo de trabajo es que no todos podemos ser expertos en todo al mismo tiempo, todos poseemos habilidades diferentes y aunque sepamos hacer las mismas actividades, nuestra formación y experiencia personal nos lleva a desempeñarnos mejor en unas que en otras.

Un claro ejemplo de cómo el trabajo en equipo y la cooperación pueden superar con creces la forma de trabajo individual se dio en una empresa de producción de alimentos. En el área de fileteado se tenía una meta de hacer dos toneladas de filete de pescado al día; la empresa llevaba semanas enfrentando que el equipo actual no lograba la meta y debía siempre trabajar horas extra para alcanzarla. Cuando realizamos la intervención, estuvimos observando y recabando datos durante una semana; encontramos que había deficiencias y pérdidas de tiempo debido a movimientos innecesarios, actividades que no agregaban valor al proceso y algunas cuestiones de ergonomía.

Sin embargo, al realizar los cálculos el mejor escenario posible arrojaba que se podría ahorrar un total de hora y media corrigiendo y aplicando todas las acciones de mejora para eliminar estos tiempos muertos. Ante esto, el equipo de consultores decidimos intervenir también en el aspecto de colaboración y liderazgo del equipo, comenzando a analizar algunos aspectos e involucramos a todo el equipo de trabajadoras.

Una parte de la estrategia consistió incluso en agregar pausas para hacer estiramiento y reírse a propósito; alguna otra compañera sugirió que se hicieran comentarios motivacionales como lo hacen los entrenadores a los equipos de fútbol; y considero que un aspecto clave consistió en que vendimos la idea como un reto para todo el equipo, y explicamos que en caso de lograr un mejor resultado el director se llevaría personalmente a todo el equipo a comer.

Esto generó una reacción tan positiva que las compañeras aplaudieron y continuaban haciéndolo en las pausas, pusimos a prueba los cambios y pedimos que se monitoreara durante dos semanas.

A la visita siguiente, el gerente de producción nos esperaba con una sonrisa, nos comentó que incluso las compañeras del equipo de fileteado habían ido en los últimos días a llamarle solo para que el gerente presenciara cómo habían logrado cortar las dos toneladas en tiempo récord, y reduciendo en total hasta 3 horas de tiempo de corte. Los números no habían mostrado nunca que una mejora así fuera posible y como consultores quisimos presenciarlo, el director se nos unió, extendimos la sesión hasta una hora antes de finalizar el turno, y pudimos constatar cuando llegamos al área como las compañeras habían finalizado el corte y se encontraban limpiando el área, algunas de ellas ya se habían movido para apoyar en el área de empacado, el resto las siguió una vez terminada de limpiar el área.

Esta experiencia es una de tantas que demuestra que el verdadero trabajo en equipo rompe todos los cálculos de desempeño individual posibles. Un equipo que se encuentra enfocado en cooperar y no en competir es capaz de tener la confianza entre sus miembros de decir “no puedo” o de pedir apoyo en una tarea, debido a que saben que para lograr el resultado en conjunto se requiere cumplir con todas las piezas del rompecabezas y no solo una parte.

Trabajar en equipo es por mucho una herramienta que parece simple, pero es muy poderosa. Sin embargo, debemos revertir en nuestra casa, nuestra comunidad, nuestras empresas y sociedad el efecto que la competencia individual ha traído a nuestras vidas.

En cada empresa que he tenido oportunidad de colaborar he visto indicios de deficiencias en los equipos de trabajo, y esto sucede porque desde hace años nos hemos enfocado muy poco en cooperar y apoyarnos entre nosotros.

Para quienes somos instructores resulta fácil identificar y sugerir cómo resolver esto, porque nos hemos preparado durante años. Lo mismo necesitamos hacer en las organizaciones: comenzar a trabajar con nuestro personal en herramientas como la comunicación, confianza, enfoque a objetivos, cooperación, entre muchos más que requieren los equipos eficientes.

Es necesario que seamos conscientes que debemos revertir el efecto que años de formación formal, social y familiar han depositado en cada uno de nosotros. Por lo tanto requerimos de esfuerzo, energía y tiempo para traer a nuestros modelos mentales que la cooperación es esencial para un trabajo mejor.

Comencemos siendo más empáticos y honestos al reconocer qué puede hacer otro mejor que yo, porque haciéndolo así, nuestro ejemplo impondrá más que veinte cursos, y las personas que nos observan y trabajan con nosotros podrán constatar que su líder no compite, sino que apoya y se hace a un lado cuando alguien puede hacer un mejor trabajo; y con esto, el comienzo de un mejor desempeño por el trabajo en equipo de nuestros colaboradores será un camino cuesta abajo  que cada vez será más sencillo avanzar.

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