¿Por qué invertir en la Bolsa de Valores de Estados Unidos?

¿Cuántos negocios conoces que hayan tenido que cerrar sus puertas durante la pandemia? Y ¿Cuántos negocios conoces que hayan tenido su mejor época durante la misma?

Contestar la primera pregunta es relativamente sencillo pues basta voltear a ver las calles en tu ciudad: escuelas, lavanderías, restaurantes, agencias de autos, bienes raíces, centros comerciales, tiendas de ropa, cines, notarías, y prácticamente todos los negocios que dependían de trámites gubernamentales están cerrados.

Contestar la segunda pregunta es más difícil, a menos que fueras dueño de una farmacia, un expendio de comida para llevar o cualquier otro giro que fuera considerado como esencial para las autoridades gubernamentales. Conducir exitosamente un negocio durante la pandemia fue desafiante, si es que se pudo conducir en lo absoluto.

Es particularmente en estas circunstancias cuando nos volvemos más conscientes de lo vulnerables que pueden ser nuestras empresas. Cubrirse de este riesgo parece prácticamente imposible. Sin embargo, cuando estudiamos un poco la historia económica es más sencillo entender cómo se protegían los empresarios de los riesgos que enfrentaban en su época.

Probablemente cuando leíste Bolsa de Valores en el título pensaste en imágenes de Wall Street, películas, los grandes bancos, pantallas gigantes mostrando los precios del petróleo, en gente gritando en los pisos de remate etc. En este artículo, me permitiré ir más atrás para explicar la razón por la cual se crearon las compañías.

En el siglo XVII, la mercancía más valiosa de la época en Europa eran las especias como la sal, pimienta, clavo, canela y nuez moscada, no solamente porque daban sabor a los alimentos sino porque permitían conservarlos. Eran tan valiosas que un solo viaje a las Indias Orientales Neerlandesas podía pagar la totalidad del costo de construcción de un barco.

 Los piratas lo sabían, y es por esto por lo que el número de asaltos y de hundimiento de barcos era muy común y, para los empresarios significaba la bancarrota para la familia.

Fue hasta 1602 en Holanda, que los empresarios rivales junto con el gobierno holandés crearon la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (Vereenigde Oostindische Compagnie: VOC) con el objetivo de juntar los barcos en una sola flota, y mandarla en convoy escoltada por acorazados de guerra. El mecanismo de la VOC consistía en que cada empresario aportaba su o sus barcos perdiendo la propiedad de estos ya, cambio la compañía le otorgaba un papel que representaba la propiedad de un porcentaje sobre toda la flota. A este papel se le dio el nombre de Acción (Aktie). Una acción es un título de propiedad sobre la compañía, sobre sus activos pasivos y sus utilidades. Al tener acciones de la compañía, el empresario se convertía en socio y dueño en una parte proporcional, dividiendo así el riesgo y compartiendo las utilidades con otros empresarios.

Al hacer esto pasaba de ser 100% dueño de 1 barco a un 0.2% de una flota de 500 barcos. Si los piratas conseguían hundir 5 su pérdida era solamente del 1% y no del 100% evitando así su quiebra financiera. De esta manera, se repartían proporcionalmente las utilidades de los otros 495 barcos que sí llegaban a su destino mientras disminuía dramáticamente su riesgo. Es por esto que muchas de las familias holandesas que fueron los primeros accionistas de la VOC se volvieron multimillonarias.

Si transportamos este modelo hoy en día sería interesante preguntarse, ¿Qué tan diversificado está el riesgo de tu empresa? ¿Prefieres ser 100% dueño de una o prefieres ser 0.2% dueño de 500, de distintas industrias, en distintos países? ¡Eso es exactamente invertir en la Bolsa de Valores! Lamentablemente, las películas nos han hecho creer que invertir en la Bolsa es como jugar al casino o en su defecto que es comprar y vender sin lógica alguna por corazonadas.

Comprar acciones de una compañía como Tesla es literalmente, ser socio de Elon Musk y ser dueño de una parte de las utilidades de todos los automóviles eléctricos que se venden en el mundo, de sus fábricas y de su tecnología. Sin embargo, invertir sólo en Tesla por muy grande que sea, es uno de los errores más frecuentes que cometen los inversionistas al concentrar el riesgo en sólo una o unas cuantas empresas. ¿No te haría más sentido invertir en las 500 empresas más grandes, así como lo hicieron los holandeses?

Precisamente con este objetivo, fue que en 1993 se crearon los instrumentos financieros conocidos como ETF’s (Exchange Traded Funds). Estos ETF’s son como “arcones navideños” que contienen ya empaquetadas en una sola canasta las acciones de las empresas más grandes y representativas de un país. En el caso de Estados Unidos, el primer ETF se llamó SPY, y contiene las acciones de las 500 empresas más grandes y representativas de Estados Unidos, así como muchas de ellas, del mundo.

Empresas como Apple, Microsoft, Amazon, Facebook, Google, Johnson & Johnson, JP Morgan Chase, Visa, Procter & Gamble, Nvidia, Mastercard, Home Depot, Walt Disney, Tesla (a partir de diciembre de 2020), Paypal, Adobe, Walmart, Coca Cola, Pfizer, Merck, Intel, Netflix, Bank of America, Nike, Costco, McDonald’s, Chevron, Boeing, Starbucks etc., forman la mayor parte de estas 500 empresas.

Estas 500 empresas se eligen por medio de un “cuadro de honor” llamado índice, donde sólo tienen cabida las mayores y más representativas. El índice más representativo de Estados Unidos se conoce como el Standard & Poor’s 500 (o mejor conocido como S&P 500), y se tiene registro de él desde 1923 siendo más más específicos desde 1957 cuando se amplió a 500 compañías. Durante esos años estas empresas han sobrevivido la gran depresión en 1929, la segunda guerra mundial, choques petroleros, ataques terroristas y elecciones presidenciales en EE. UU. etc.

Varias de ellas han quebrado, sin embargo, el índice funciona exactamente como el cuadro de honor de la escuela: si un alumno reprueba pierde su lugar y, lo ocupa el siguiente mejor promedio. De esta manera, invertir en el S&P500 es invertir en las mayores 500 empresas sin importar cuáles sean en un futuro.

Hablando de rendimientos es interesante saber que ya después de inflación, el S&P 500 ha tenido un rendimiento en promedio del 9% anual compuesto desde 1957, aún con todas las caídas, años negativos, crisis etc. Además, invertir en el S&P 500 significa implícitamente que la inversión está en dólares y, por lo tanto, hay que sumarle además la apreciación del dólar en promedio, un 8% anual compuesto desde 1993.

Esto no suena tan impresionante a simple vista, pero recordemos que la palabra “compuesto” quiere decir que, en promedio, cada año la inversión creció un 9% constante sobre el saldo del año anterior, como si se tratara de ganar intereses sobre los intereses. Esto significa que quien invirtió cien mil dólares en 1993 (unos 310,000 pesos cuando el dólar estaba a $3.1), para noviembre de 2020 el valor de la cuenta fue de 767 mil dólares (15.3 millones de pesos con el dólar a $20) ya después de inflación. ¡La inversión se multiplicó por 49 en 28 años y eso, con el riesgo diversificado en 500 empresas! Esto no es una proyección, son saldos reales.

Claro que durante todo ese trayecto hubo años buenos y años malos. Por ejemplo, en este 2020 con la pandemia del COVID-19, el S&P 500 cayó un 33% entre febrero y marzo, sin embargo, para agosto del mismo año ya estaba totalmente recuperado y, para finales de año estaba alcanzando nuevos máximos históricos. ¿Cuántos negocios conoces que, en medio de la pandemia, en 5 meses estuvieran totalmente recuperados y produciendo ganancias y en máximos históricos? Es ahí donde entra la importante labor de tener un buen Asesor en Inversiones para disminuir los riesgos y aumentar los rendimientos.

Lamentablemente las inversiones en la Bolsa de Valores y, particularmente de Estados Unidos, son un tema sobre el cual hay poca información, al menos en español. Por lo general los inversionistas buscan consejos u obtienen su información de familiares, amigos, su contador, su banquero, YouTube, rumores, películas o lo más peligroso, invierten bajo los consejos de “influencers” de redes sociales que ni siquiera tienen licencia para realizar esta actividad.

Los Asesores en Inversiones estamos regulados bajo los artículos 225 al 227 bis de la Ley del Mercado de Valores. Es ilegal y es un delito que una persona esté dando consejos de inversión en valores, o esté manejando dinero de clientes sin estar autorizado por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, en el caso de México.

Muchos de estos “pseudo asesores” que no están regulados, garantizan rendimientos mediante un contrato o incluso con pagarés. Ningún contrato puede ir contra una ley federal ya que prohíbe a los Asesores garantizar rendimientos. Al no estar regulados, muchos de estos “asesores” invierten el dinero de los clientes en instrumentos no regulados como el FOREX (divisas), los CFD’s (Como E-Toro y Plus 500) o las criptodivisas (como el Bitcoin), las cuales han sido prohibidos en muchos países por los altos niveles de fraudes y de inversionistas que pierden dinero. Estos últimos se llaman instrumentos extrabursátiles porque están fuera de la protección de un mercado regulado, como lo es la Bolsa de Valores.

Otra práctica común es que estos “asesores” reciben dinero de sus clientes ya sea en efectivo, mediante depósitos, transferencias a la cuenta del “asesor” o por el contrario a la de una empresa X, lo cual está estrictamente prohibido en la ley. La manera correcta de hacerlo es que el cliente abra una cuenta a su propio nombre en una casa de bolsa regulada (también llamada bróker) ya sea nacional o extranjera, y una vez abierta transfiere de su banco a su propia cuenta en el bróker, manteniendo siempre la propiedad legal del dinero y de los títulos comprados.

Una vez hecho esto, el cliente puede contratar un Asesor en Inversiones, para que le haga recomendaciones personalizadas (Asesoría en Inversiones) o para que maneje profesionalmente su cuenta (Gestión de inversiones) bajo un estricto Marco General de Actuación y, con base en el perfil del inversionista, sus objetivos y el nivel de riesgo que está dispuesto a aceptar. Un Asesor en Inversiones puede ser Dependiente (de una casa de bolsa) o Independiente. La razón de ser de los Asesores Independientes es eliminar el conflicto de intereses, pues los independientes cobramos al cliente por resultados, con un porcentaje de sus ganancias si es que las hay, y no por número de operaciones, lo cual es más beneficioso para el inversionista.

La Comisión Nacional Bancaria y de Valores cuenta con un Padrón de Entidades Supervisadas, en él se pueden consultar a todos los profesionales que estamos autorizados. Si algún día quieres conocer más, cerciórate de que tu Asesor esté en dicho padrón. Es por eso que en el BlackBull Advisors además de contar con la autorización, los conocimientos y la experiencia en mercados internacionales, no sólo estamos dedicados a construir patrimonios, sino, que tenemos la misión en permanencia de expandir la cultura bursátil.

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