¿México al borde de una recesión económica?
Por: José Luis Arenas López
Las políticas públicas de Donald Trump que imponen aranceles no solo a productos mexicanos, sino a muchos de los productos que ingresan a EU, están poniendo en estado de alerta a las grandes economías del mundo. Desde su llegada, Trump ha arremetido de inicio contra México de imponer aranceles del 25% o más a productos que ingresen a ese país, seguidos de Canadá, Brasil, la UE, China, entre otros. Estos impuestos traerán para México diferentes reacciones, como el incremento en los costos de las materias primas, principalmente en las industrias de la construcción y la automotriz; en consecuencia, un aumento en los costos de producción, incrementando el precio final de los productos. Esto a su vez afectará de manera inmediata la competitividad, disminuyendo los ingresos de las empresas mexicanas, con ello, la disminución de la nómina será un efecto colateral. Un efecto secundario será la volatilidad de nuestra moneda frente a las principales divisas del mundo, generando una depreciación paulatina del peso, afectando el mercado de comercio al que México pertenece perdiendo presencia comercial. Con todo lo anterior, el riesgo de una recisión económica es inevitable, claro, mientras las autoridades de nuestro país continúen sin establecer una estrategia viable para contrarrestar y enfrentar esta amenaza.
Vale la pena definir qué es un arancel: los aranceles son impuestos o tarifas que se aplican a los bienes y servicios que se intercambian entre países a través de las importaciones y las exportaciones. Su objetivo es regular el comercio internacional y proteger la producción interna al establecer un aumento al costo de los productos extranjeros; en consecuencia, los productos nacionales son más económicos y competitivos. Ahora bien, si un país importa algún tipo de producto, es porque lo necesita, ya sea por su calidad, tecnología o quizá por falta de su producción local.
Es importante hacer diversas reflexiones: La Revista Asesores en su editorial de enero de 2025 pronosticó una inflación entre el 3.9 y el 4.3% para el cierre de este año; en contraste, el Banco de México en marzo de 2025, pronosticó una inflación del 3.9%, aunque indica que esta irá a la baja y quizá llegue al 3%; sin embargo, este pronóstico no está alineado a los posibles efectos de la imposición arancelaria. Ahora bien, el 19 de marzo, el Heraldo de México estimó una inflación del 4.4%, misma que de igual forma se aproxima a las estimaciones de Asesores. Ahora bien, la OCDE ya anunció que México podría experimentar una recisión económica que podría llegar hasta el 2026, estimando que el PIB podría caer 1.3% a lo largo del 2025 y una contracción de 0.6% para 2026, siendo México el único país miembro que sufrirá este efecto; lo anterior, porque hasta este momento, el gobierno mexicano no ha establecido una propuesta efectiva y clara que enfrente la imposición de aranceles.
Por otro lado, es relevante hacer un cuestionamiento: ¿a quién afecta o beneficia la imposición de los aranceles a las importaciones de EU? La respuesta es simple, el primer efecto de los aranceles afectó a los empresarios y consumidores de ese país, ya que se elevó el promedio arancelario del 2.4% al 10.5%, un nivel no visto en más de 80 años; por otra parte, estos aranceles afectan el costo de los bienes que Estados Unidos importa más, como automóviles y productos de consumo.
Lo anterior, se puede considerar un error macroeconómico que, sin duda, ya lo habían experimentado en EE.UU., y lo irónico es que fue ejecutado por el mismo actor: Donald Trump. Los aranceles que el presidente estadounidense aplicó en su primer gobierno fueron terribles y mal direccionados; estos terminaron afectando gravemente a las empresas locales y a los propios consumidores de ese país; además, a pesar de las predicciones de éxito programadas por Trump, quedó muy lejos de enriquecer a las empresas y mejorar el consumo interno; el consumidor y las familias tuvieron que pagar precios más altos por productos cuya necesidad de consumo era necesaria, ya sea para la producción o transformación de productos terminados o de consumo básico. Sumando a esto y muy por debajo de los pronósticos, la recaudación tributaria consecuencia de la imposición de los aranceles fue muy baja en comparación a lo que recaudaba el gobierno a través de impuestos individuales y corporativos.
Si algo es cierto, es que imponer aranceles parecidos a los de Trump a las importaciones del país vecino sería un error grave; esto afectaría de forma directa a los productores mexicanos en el costo de la producción por el alza de materiales y materias primas; en consecuencia, al costo de los productos afectarán al consumidor final en su bolsillo. La estrategia no es una guerra arancelaria, los efectos serían muy similares a los ya sufridos en 2018, pero en tierra mexicana; ahora bien, en caso de imponer aranceles a las importaciones, afectarán directamente a la industria automotriz, específicamente la norteamericana, misma que reportará mayores pérdidas que en México y Canadá derivado de las grandes cantidades de diversas piezas para vehículos que EE. UU. importa, (además del intercambio de otras piezas salientes de EE. UU. a México y Canadá, antes de que el producto final esté completamente ensamblado y listo para la venta entre los tres países), dando como resultado un incremento promedio de 3000 USD por vehículo, consecuencia de los impuestos de importación. Esta industria incluye diversas marcas no solo de origen estadounidense, también marcas europeas, japonesas y chinas instaladas en EE. UU. que consumen baterías eléctricas, componentes electrónicos, neumáticos, alambre aislado, entre otros.
Ahora bien, ¿y si la imposición de aranceles a productos importados es solo una estrategia de EE. UU. para aminorar su crisis? EU ha llegado a un límite inimaginable de endeudamiento en más de 100 veces desde 1917; en esta fecha se introdujo el ya conocido “techo de deuda”. Este se refiere a la cantidad máxima que establece el Congreso de EE. UU. para que su gobierno pueda pedir prestado y financiar sus obligaciones dentro de un periodo anual. Si el gasto público supera estos límites y el gobierno ya no puede endeudarse, se quedará sin recursos financieros para hacer frente a todos los gastos de operación, y entonces, tendría que retrasar los pagos o incumplir en su liquidación. Para enfrentar esta situación, se establecen medidas contables extraordinarias como crear políticas públicas para aumentar el techo de deuda o aumentar impuestos, tarifas y aranceles; en consecuencia, un default de la deuda de EE. UU. podría ser una catástrofe para la economía mundial. Los consumidores de EE. UU. y de todo el mundo podrían sufrir graves dificultades económicas como consecuencia de un incumplimiento de pagos prolongado, surgiendo el efecto dominó aumentando el desempleo, la disminución de consumo, aumento de las tasas de interés a prestamos personales, entre otros. Si a esta fórmula se agrega que su deuda nacional en 2024 llegó a más de 36 MBDD generando especulaciones de que ese país podría estar en banca rota, como resultado de la fórmula. EE. UU. está quebrado, no puede pagar su deuda y han perdido competitividad comercial, en respuesta, Trump extorsiona a sus aliados y a quien pueda y se deje para intentar subsistir; si no lo logra, entonces a EE. UU. le urge iniciar una guerra o crear una pandemia o incrementar los impuestos.
Los resultados para México pueden ser muy variados, con solo las medidas que EE. UU. impuso a los productos mexicanos, se puede estimar una caída del 1 al 1.5% en el PIB y si México responde con la misma medida, la caída será peor, llegando al 3 o 3.7% del PIB; y aunque la jefa del Ejecutivo anunció un plan para enfrentar esta crisis, la agencia Fitch Ratings, prevé un estancamiento del 0% para este año, consecuencia de la incertidumbre de dicho plan, es decir, la respuesta inmediata para enfrentar esta crisis fue convocar a un mitin informativo en el Zócalo capitalino y hacer consultas a industriales para preguntar si esta crisis los afecta; las soluciones a la vista son blandas y sin sentido.
Si bien es cierto, los dichos sobre planes de todas las letras se anuncian desde Palacio Nacional, también es cierto que el pueblo mexicano y los empresarios viven en incertidumbre. Algunos especialistas aseguran que aplicar aranceles solo a productos específicos provenientes de estados que apoyaron a Trump podría ser un descalabro a los aranceles. Esta mediada sería posible siempre y cuando estos productos puedan ser reemplazados de manera inmediata en su adquisición con otros proveedores. Otra medida puede ser la ubicación de mercados alternos que favorezcan el intercambio de mercancías, reemplazando las exportaciones a EE. UU. y colocándolas en otros países. El desabasto de cientos de productos a ese país puede contraer de manera significativa su economía, siendo ahora EE. UU. quien busque nuevos proveedores o aliados comerciales, y aquí surge otra pregunta con todas estas medidas arbitrarias: ¿existirán países que quieran arriesgarse a hacer negocios con EU.?
Es quizá un error grave de México poner la mayoría de sus productos en comercio con EE UU. y será peor si se pretende mantener igual. Los productos mexicanos son apreciados en todo el mundo; México deberá de conseguir nuevos aliados y disminuir las exportaciones a EE. UU. para dejar de depender de sus caprichos y malas decisiones.