La Ética de la Virtud como instrumento de rentabilidad

Francisco J Jordá Schloeter |

Para este artículo, quisiera desarrollar el concepto de La Ética de la Virtud en la Empresa y en su debate entre los bienes internos del Ser (excelencia) y los bienes externos que el Ser persigue (eficiencia, productividad y riqueza) y buscando identificar la forma pragmática de encontrar e implementar la Ética de la Virtud, a través de la que se logre una relación amable y complementaria entre la Deontología (deber ser interno) y el Consecuencialismo (aspiración externa por maximizar el valor de lo que se gana, a riesgo de que las acciones para alcanzarlo puedan ser moralmente cuestionables).

La búsqueda del bien común, que es mucho más ambicioso que el mayor bien posible propuesto por el movimiento filosófico conocido como el Utilitarismo contemporáneo de John Stuart Mill, nos sugiere buscar los caminos prácticos para contribuir, siempre y en todo lugar, a procurar el bien integral, sin egoísmo pero sin exceso de altruismo, sino un feliz y amable equilibrio entre el interés personal o profesional y el interés de aquellos que se constituyen en los stakeholders y esto en cualquier ambiente, sea familia, sea academia, sea corporación. 

La ética organizacional

El Dr. Emeterio Gómez, venezolano, Economista y Doctor de la Sorbona, en su texto “La responsabilidad de la empresa Capitalista”, propone una afirmación que invita a la reflexión: “Tomar decisiones nos compromete, nos obliga a asumir responsabilidades”. Y quisiera iniciar desde esta reflexión y plantear el conflicto entre Libertad y Necesidad, para posteriormente conectar con el consecuencialismo y la deontología.

Plantea el Dr. Emeterio Gómez que cuando no podemos deducir claramente una ruta de acción, estamos frente a un conflicto de decisión, que no será adecuada a menos que esté soportada por un juicio moral. Las decisiones, y éstas en el plano organizacional, concluyo, tienen que estar soportadas necesariamente por un principio moral derivado de la ética.

Los conceptos de Bien Externo (eficiencia) y el Bien Interno (excelencia) van a ser centrales en la propuesta que haremos a continuación respecto de la ética de la empresa del siglo XXI, a través del Triple Resultado y de la Triple Hélice y de la tendencia u orientación hacia las acciones intrínsecamente buenas o que buscan la virtud de la organización para, posteriormente, tratar la aplicación de la ética de la virtud como principio para satisfacer la Misión, Visión, Propósito y Valores organizacionales fundacionales (conceptos intrínsecamente propios de la empresa capitalista del siglo XXI), pero al tiempo de ser socialmente solidaria, contributiva, socialmente sensible, culturalmente diversa e inclusiva y ciudadanamente responsable.

Citaré el informe de la Mtra. Gro Harlem Brundtland, Presidente de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y el Desarrollo de Naciones Unidas y Primera Ministra de Noruega (1981-1996),  titulado “Nuestro Futuro Común – Desarrollo Sostenible”, 1987, presentado ante la Asamblea General de Naciones Unidas:

“El desarrollo sostenible es un desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Interfaz de usuario gráfica, Texto, Aplicación

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Informe Brundtland, 1987, pág. 54

¿Cuál es el propósito de la corporación? Esta pregunta básica que definimos como la creación de valor para el accionista y para todas las partes interesadas, ha cobrado mayor importancia en el siglo XXI, por lo que se acepta cada vez más que el propósito de la corporación es ciertamente crear ganancias y valor para sus partes interesadas (Bien Externo), pero la responsabilidad de la corporación es hacerlo de manera que no genere costos para el medio ambiente y la sociedad (Bien Interno). Esta idea abre paso a la propuesta del Triple Resultado, que orienta a la empresa a la rentabilidad sostenible y al compromiso con la sociedad y con el ambiente, que es el centro de la propuesta que traigo y que quiero correlacionar con la Ética de la Virtud implementada en el mundo real.

Como resultado de la globalización, la creciente responsabilidad de la corporación en la sociedad ha agregado un nivel adicional de complejidad a la empresa moderna y que ha dado lugar a una serie de conceptos y de varios principios diferentes, uno de los cuales es que la sostenibilidad a menudo se describe como una meta, mientras que la responsabilidad es una obligación de la corporación. La obligación que se propone es simultáneamente perseguir las utilidades, el desarrollo social y el medio ambiente según principios sostenibles. Entonces pasamos a definir el concepto sostenible. Uno de los objetivos principales tradicionales de la empresa era la “sostenibilidad de la organización” entendida como la capacidad a largo plazo de la empresa para seguir siendo comercialmente viable y proporcionar seguridad e ingresos para las futuras generaciones de accionistas, ejecutivos y colaboradores”.

Hace casi dos décadas, varias grandes corporaciones comenzaron a refinar su objetivo corporativo reconocido públicamente como “la búsqueda del Triple Resultado“. Este triple resultado: rentabilidad, responsabilidad social y sostenibilidad ambiental se consideró una modernización del capitalismo. Lo que algunos críticos denominaron una forma más suave y gentil de capitalismo de mercado, fue una creciente aceptación, por parte de la corporación, de hacer algo más que generar una ganancia financiera.

Obviamente, las empresas que tienen por su actividad exposición o riesgo de altos niveles de contaminación, han tenido forzosamente que ser pioneras en la creación y desarrollo permanente del concepto del Triple Resultado y orientarse a la Triple Hélice, pero digamos que si bien el origen de su “compromiso” puede ser forzoso, el trabajo adelantado es notable, es real, es modelo y base para posteriores generalizaciones del concepto extendido al resto de industrias primero y posteriormente a empresas de todo tipo y eso es válido, pues conduce a la postre a una tendencia real y sostenida a la implementación de culturas organizacionales que tienden a la Ética de la Virtud como practica empresarial recurrente.

Hay una variedad de racionalizaciones teóricas para esta visión más ampliada de las responsabilidades corporativas, una de las cuales divide los argumentos en dos canales, el económico y el moral:

El canal económico (Bien Externo o Consecuencialista) sostiene que al perseguir los objetivos corporativos de sustentabilidad, la corporación en realidad sigue persiguiendo la rentabilidad, pero lo hace con una perspectiva más inteligente a más largo plazo, a veces denominada “interés propio iluminado“, y plantea que una organización responsable debe asegurarse de que sus acciones a lo largo del tiempo sean o no requeridas por la ley o los mercados, conduzcan sus negocios de una manera que no reduzca las opciones futuras.

El canal moral (Bien Interno o Deontológico) sostiene que debido a que la corporación tiene todos los derechos y responsabilidades de un ciudadano (miembro de la sociedad), también tiene la responsabilidad moral de actuar en el mejor interés de la sociedad y el futuro de la sociedad, independientemente de sus impactos en la rentabilidad.

El concepto del Triple Resultado, en su búsqueda de la Ética de Virtud, es reconocer que, en algunos casos, hacer lo correcto puede tener costos explícitos, incluso para los accionistas y cito un párrafo de la “Carta de nuestro CEO”, INTEL, 2008 como ejemplo adicional:

Nuestro compromiso con la responsabilidad corporativa es inquebrantable, incluso durante las recesiones económicas. Adoptar un enfoque proactivo e integrado para gestionar nuestro impacto en las comunidades locales y el medio ambiente no solo beneficia a las personas y a nuestro planeta, sino que también es bueno para nuestro negocio. Hacer de la responsabilidad corporativa una parte integral de la estrategia de Intel nos ayuda a mitigar el riesgo, construir relaciones sólidas con nuestros accionistas y ampliar nuestras oportunidades de mercado“. 

La empresa podría estar haciéndolo porque el liderazgo de la corporación cree que es sencillamente lo correcto o alternativamente, si la sociedad ha expresado su expectativa respecto de que la corporación actúe de esta manera, tiene sentido económico que la empresa lleve a cabo estas actividades para aumentar su reputación corporativa, el valor de su marca y su imagen general a los ojos del cliente potencial. Diagrama

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Ahora bien, no podemos olvidar que si bien hay un modelo de Triple Resultado que trabaja a lo interno de la Empresa y que como vimos trata la eficiencia del sentido económico, la excelencia en el trato de todos sus grupos de interés y por ende su reputación corporativa y como consecuencia también la excelencia/eficiencia balanceadas (Ética de la Virtud en plena acción) en la construcción de su prestigio ante, nuevamente, los grupos de interés, si bien ello es cierto dentro de la empresa, el Modelo de la Triple Hélice va a ser complementario y necesario para que la ética de la virtud se verifique totalmente, ello se va a dar entonces con la integración de la intencionalidad de la Empresa con la Academia y el Gobierno. Ampliaremos el punto.Diagrama

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El Gobierno, con sus tres poderes principales, es garante del Estado de Derecho, así como responsable de las reglas de la sociedad a través de la formulación del conjunto de leyes y reglamentos, así como en la verificación de su cumplimiento y ello tiene que necesariamente estar soportado por principios morales para la construcción y logro del Bien Común, no parcial, sino total (o así debería ser…). 

La Academia es generadora y difusora del conocimiento, que es la vía cierta para tender y encontrar la verdad, el Telos del hombre, su fin último, su eudaimonia, usando su inteligencia para escoger el bien, manifestado a través de sus actos; para esto, la Academia tiene un rol fundamental, pues es la Academia es la que ayuda y orienta al ser humano para alcanzar su plenitud, dentro del marco legal provisto por el Gobierno y para procurar con sus actos (voluntad + inteligencia) el Bien Común.

Por su parte, la Empresa es la fuente de creación de bienes y servicios, se alimenta de la Academia y a su vez alimenta al Gobierno, actuando nuevamente dentro del Estado de Derecho y procurando la actuación virtuosa para contribuir al Bien Común. La forma en cómo la Empresa debe alcanzar ese bien común se empata con el primer Modelo de Triple Resultado que, en mi entender, es la manera de balancear su vocación hacia la productividad y la eficiencia (Bien Exterior), que es su razón de ser, para eso fue fundada, para producir retornos, pero a la vez para satisfacer su vocación de servicio hacia la sociedad, lo cual debe materializar produciendo bienes y servicios, sin duda, pero con compromiso de calidad, de enriquecimiento prudente, del cuidado del mejor interés de todos sus stakeholders y con el cuidado del impacto que tiene sobre la comunidad y el medio ambiente (Bien Interior).

Eso es lo que se propuso al inicio de este punto y que denominamos el Triple Resultado (rentabilidad, responsabilidad social y sostenibilidad ambiental) y esto debe necesariamente ser la columna vertebral del modelo del Gobierno Corporativo, de la Cultura Organizacional y de su Estrategia Competitiva.

Un último punto también relacionado con la Ética de la Virtud en la Empresa es la construcción del Prestigio y de la Confianza de los stakeholders.

¿Por qué?

El papel y las responsabilidades actuales y futuras de las empresas dependen en última instancia del grado de confianza que las personas tienen en las empresas. Si la gente cree que, en gran medida, se puede confiar en que las empresas actuarán en el mejor interés tanto de la sociedad como de sus otros grupos de interés, las empresas recibirán apoyo de la sociedad y menos de las restricciones y regulaciones de la sociedad. Sin embargo, si la sociedad cuestiona cada vez más la capacidad de las empresas para hacer constantemente lo correcto, lo más probable es que las empresas se encuentren bajo un escrutinio cada vez mayor. Ese escrutinio puede resultar en el aumento de una mayor supervisión regulatoria de las empresas y el aumento del interés de la sociedad percibida en el interés sobre los genuinos intereses empresariales en la búsqueda de ganancias y competitividad en la economía de mercado. Esto define tres elementos de importancia capital para la Empresa:

  • Preferencia del consumidor
  • Preferencia del inversor
  • Costo del financiamiento (las empresas AAA tienen mayor acceso y más barato en el mercado financiero)

Los tres elementos son muy pragmáticos y se traducen directamente en ROI (Return on Investment), de manera que esta es mi forma de entender lo discutido en clase y mencionado hoy por última vez: la Ética de la Virtud, aplicada desde el gobierno y la estrategia corporativos, es rentable. Actuar bien, paga dividendos.

Conclusiones

La recesión/inflación mundial de los últimos años, post pandemia, ha supuesto una prueba importante para el verdadero compromiso de la corporación con la responsabilidad corporativa. La sociedad y de hecho el propio sector empresarial, hemos visto el impacto negativo, en casi todos los sectores, sobre las actividades de responsabilidad empresarial en tiempos difíciles. Si bien hubo en principio una sensible reducción de los recursos financieros dedicados a la responsabilidad social y ambiental, la tendencia hacia el buen gobierno corporativo no se abandonó.

Los ejecutivos han entendido, desde hace por lo menos dos décadas o más, que el actuar bien es rentable.

La corporación seguirá renovando y evolucionando su compromiso con la responsabilidad corporativa y el buen gobierno corporativo, en donde la perspicacia y responsabilidad empresariales, serán los elementos imprescindibles para el éxito a largo plazo de la empresa en la nueva etapa de la globalización (anterior off-shore) y sus retos de re-shore y de near-shore presentes, especialmente en México.

La empresa que no asuma la transformación de su gobierno corporativo, de su cultura organizacional y de su estrategia competitiva para orientarlas a la práctica balanceada de la Ética de la Virtud, no solo pierde la oportunidad de ser más rentable y preferida, sino que peor aún, perderá progresivamente su participación de mercado y terminará obsoleta y fuera de competencia. Desde mi perspectiva, la práctica rigurosa de la Ética de Virtud, dejó de ser hace años un deseable altruista, para convertirse en una herramienta imprescindible del éxito empresarial.

Cordial Saludo!!

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