Las decisiones gubernamentales provienen de efectos, ya sean negativos o positivos, en lo general la mayoría de las decisiones en torno a los ajustes y reducciones presupuestarias, parten de las diferentes crisis por las que un país atraviesa; hoy el mundo se encuentra en una de las más grandes crisis de salud y México no es la excepción, la diferencia de la toma de decisiones, recae en la forma de asumir el control y plantear estrategias que sean efectivas, pero sobre todo que garanticen recuperar la estabilidad del país con los menores daños colaterales. La Constitución faculta al Jefe del Ejecutivo a establecer esas estrategias a partir de reglas claras, precisas, entendibles y aplicables, sobre todo, transparentes a la opinión pública, dando certeza y seguridad; en consecuencia, generar un valor positivo a partir de las decisiones ya que se entiende la previsibilidad y se pueden estimar los resultados, mismos que por su origen deben ser positivos para los ciudadanos, el país y a ojos del mundo.
En plena crisis, la toma de decisiones se vuelve más compleja y es por ello que el análisis debe ser más profundo, convincente y responsable, es decir, no tapar un hoyo haciendo otro. La decisión del gobierno federal en México el pasado viernes, ha sido terrible, esta decisión causará inestabilidad en los aspectos jurídicos, económicos y sociales; la extinción de los fideicomisos públicos sin estructura orgánica, trae como consecuencia directa la liquidación inmediata de 338 fideicomisos y de manera secundaria, que el gobierno federal pueda hacer uso de todos los recursos con que contaban adjudicando poco más de 740 MMDP, particularmente, para hacer frente a la crisis sanitaria. Pero ¿Qué es un fideicomiso? Es un contrato tripartito con el objeto de dirigir bienes, servicios y recursos para beneficio de un tercero; por ejemplo, el FONDEN, el cual se estableció para hacer frente a situaciones de desastre como el que ahora el mundo y México vive y padece. Solo como paréntesis, este fondo fue utilizado para hacer frente a compromisos clientelares de manera irresponsable, ya que para el Presidente es más representativo pagar becas que hacer frente a la pandemia. Según los argumentos del Presidente, estos fideicomisos son opacos y no rendían cuentas, quizá sea cierto, pero no necesitaba extinguirlos por esta causa, es decir, a través de la Secretaría de la Función Pública se pudo haber logrado establecer la normatividad necesaria para su administración, la realidad es que el Presidente requería el recurso para dispersarlo en proyectos absurdos como Dos bocas, el Tren Maya, entre otros, pero de forma precisa, inyectarle 65 MMDP a una empresa en agonía y solo 40 MMDP a un problema que va creciendo y que hasta hoy, no está controlado; por otra parte el Jefe del Ejecutivo indicó, que con estos recursos recuperados se pagará deuda pública, sin mencionar que pasará con la deuda interna, ni de qué forma se verán afectados los beneficiarios de dichos fideicomisos. Hoy podemos ver un sistema de salud en una lucha, donde las predicciones son negativas, ya que no se cuentan con los recursos necesarios que garanticen entre otros, la seguridad de los médicos, enfermeras y enfermeros, así como del personal de salud en general; si nuestro personal médico se debilita, el sistema de salud en México, inminentemente caerá.