¿Es rentable ser una empresa socialmente responsable?
La frase “Los clientes no son lo primero. Los empleados son lo primero. Si cuidas de ellos, ellos cuidarán de tus clientes”, atribuida a Richard Branson, es el más puro ejemplo de lo que una empresa socialmente responsable debe reflejar y ganar por el hecho de serla.
El 23 de Octubre del 2018, se publicó en el Diario Oficial de la Federación, la Norma Oficial Mexicana “Factores de Riesgo Psicosocial en el Trabajo. Identificación, análisis y prevención”, cuyo objetivo es: “Establecer los elementos para identificar, analizar y prevenir los factores de riesgo psicosocial, así como para promover un entorno organizacional favorable en los centros de trabajo”.
Es Norma Oficial y no debe resultarnos desconocido el hecho de que en las reformas a la Ley Federal del Trabajo, las Normas Oficiales se integraron como parte de la normativa en la materia que todos los patrones deben cumplir.
Esto significa además, que hay varias Normas Oficiales además a ser contempladas, sobra señalar que el incumplimiento por desconocimiento (ya que siempre olvidamos la máxima de que “el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento”), genera una problemática de multas masivas, algunas por altas cantidades las cuales oscilan de 25 a 5000 días de SMGV y que pueden imponerse por la omisión en el cumplimiento de cada obligación o bien por cada trabajador afectado (lo que potencializa de forma descomunal el monto de la misma).
Y luego por supuesto, ya sabemos que una vez que nos llegue la multa, tendremos que pagar la asesoría legal que nos defienda, sin tener por cierto un resultado positivo, lo que nos llevará innegablemente a meditar que no hay mejor acción que la prevención. Todo esto, sale caro.
Y es que el empresario simplemente no se entera de estos temas si no lo lee en una revista, si no tiene la disciplina de estar informado al respecto o si no cuenta con la asesoría respectiva de un despacho que mensualmente le genere un boletín informativo con estos temas.
Sin embargo, la solución a la carencia puede no ser sencilla en principio porque hay que invertir en el negocio y tradicionalmente, no invertimos en aspectos de la empresa que no son eminentemente productivos.
Si el valor agregado no se refleja directamente en el margen de utilidad, puede esperar… Hasta que llega la multa, por supuesto.
Dejamos de lado el hecho de que no solamente se trata de evitar la sanción, sino de generar estrategias que además coadyuben a incrementar la rentabilidad de la compañía.
Se trata de aprovechar en un free ride la publicidad gratuita que nos provee uno de los grandes temas de interés en la actualidad: La responsabilidad social y ecológica.
¡Es tanto un tema de relevancia y actualidad, que ya hay una Norma Oficial que lo confirma!
Muy de la mano además con artículos anteriores relacionados con el tema del Gobierno Corporativo y el Compliance, pues considera indispensable el generar políticas que integren a la sociedad y el gobierno: Este último será el que establece los marcos legales y los beneficios tributarios que permitan la implementación de dichas políticas.
Ciertamente, los beneficios en materia fiscal son mucho más marcados en definitiva (y decepcionante pero comprensiblemente) en relación al medio ambiente, en donde podemos encontrar incentivos tales como:
• Deducción inmediata de las inversiones en equipo y maquinaria que utilicen energía de fuentes renovables o generación de energía eléctrica eficiente, siempre que dichos equipos se utilicen por un periodo no menor a cinco años inmediatos posteriores al ejercicio en el que se efectúe la deducción;
• Exención del pago sobre Automóviles nuevos a quienes vendan o importen definitivamente automóviles que funcionen con baterías eléctricas recargables o motores de hidrógeno;
• Beneficios en la CDMX a las empresas que empiecen a operar en sectores de alta tecnología vinculada con energías renovables, manejo de desechos, del agua, etc.
Estos beneficios de carácter extra fiscal, si bien insuficientes para las necesidades reales del estado que guarda el ecosistema, son al menos, algunas iniciativas, más o menos interesantes.
Donde la visión sigue siendo muy corta es en el aspecto social, pues no es mucho lo que ahora se hace fiscalmente a guisa de beneficio, sino de “no sanción”, es decir, motiva el cumplimiento no por el aspecto positivo y crecimiento económicos sino por evitar un perjuicio mayor.
Hasta ahora, a nivel federal, sólo a través de fundaciones a las cuales las empresas hagan donativos, se encuentra un incentivo.
Sin embargo, aún en este sentido, las acciones sociales siguen siendo positivas por sus beneficios indirectos.
Es así que, adicional al aspecto medioambiental que la compañía pueda o no tener como presupuesto, los siguientes aspectos tienen innegablemente un beneficio indirecto que se observa tanto a corto como largo plazo:
a. ) El cuidado de los derechos laborales de los empleados, que ven sus intereses alineados con los de la empresa, mantiene un clima laboral adecuado, promueve la productividad y minimiza el riesgo de demandas laborales o laudos en contra, gastos legales asociados menores;
b. ) Atención ética al consumidor, lo que incrementa el posicionamiento positivo de nuestra marca o producto y reduce la contingencia de demandas de carácter mercantil o quejas ante la Procuraduría Federal del Consumidor, gastos legales asociados menores;
c. ) Relaciones apegadas a derecho y éticas con proveedores y prestadores de servicios, con contratos claros y condiciones comerciales adecuadas, lo que mantiene negociaciones fluídas, condiciones de crédito favorables y crecimiento productivo para ambas partes y por supuesto, gastos legales asociados menores;
La Responsabilidad Social Empresarial es parte de la ISO 26000 y si bien es una norma de cumplimiento no obligatorio, está respaldada por la Norma Mexicana Guía sobre la Responsabilidad Social del 19 de Junio del 2012, las cuales bien vale la pena conocer, de forma que podamos más adelante, optar por una certificación que avale los esfuerzos de nuestra empresa por comprometerse socialmente.
Y como toda empresa es un negocio con el que los accionistas desean obtener ganancias, siempre es importante que el factor lucrativo no se deje de lado.
Posiblemente algunos beneficios empresariales a los empleados como vales de despensa o gasolina tengan un impacto marginal favorable fiscalmente, pero indirectamente un trabajador se compromete más con una empresa que le da beneficios adicionales que con aquellas que no.
Es un tema de bienestar psicológico. Todo empleado preferirá trabajar y cuidar una fuente de trabajo certificada de alguna forma, a una en el mismo sector que no lo está.
Las instituciones financieras, tal y como lo he establecido en otras participaciones, dan preferencia a empresas que cuentan con certificaciones, manuales de cumplimiento, etc. Mejores condiciones de financiamiento, más líneas de crédito, mayores sumas acreditadas… ¿No son beneficios acaso?
Sin embargo, el mayor beneficio sin duda debe ser que estas inversiones, correctamente planificadas y ejecutadas, impactan favorablemente en la empresa, sin importar el giro o tamaño.
Cuando el negocio se centra en la persona que lo hace producir, los resultados son obvios.
Las contingencias y riesgos legales se minimizan y la empresa puede mantener flujos operativos saludables, así que cuando menos por estos únicos motivos es dable decir que sí (acentuado), es rentable ser una empresa socialmente responsable.