¿Es el outsourcing el villano a vencer?
Por: Aline Arbesú Ovín.
Desde hace más de un año, ante la obligada reestructuración social, económica y funcional, las empresas se hicieron protagonistas de los retos que la suspensión sorpresiva de operaciones les impuso. Orilladas por los nuevos desafíos, se vieron precisadas a adaptarse para sobrevivir; sin embargo, no todas tuvieran éxito.
La incertidumbre de facto no ha sido atemperada en lo absoluto por el marco regulatorio, que para el antojo de varios ha rayado en la indolencia de las realidades operativas, comerciales y fiscales, normando desde parámetros deontológicos que tienen poca proximidad con la verdad que viven los empresarios en el país, en su mayoría PyMES, que sobreviven en el día a día tratando de consolidar sus operaciones. Y es en este contexto donde nos enfrentamos a la reforma más actual: la de Outsourcing.
Tal parece que la forma lógica de normar es desde la prohibición y no desde la estructuración, cuando enfrentados a toda lógica, para muchos el Outsourcing no hará más que crecer, en particular en ciertos servicios, como los de IT, contables, administrativos, fiscales y legales. Al parecer a algunos se les escapa que la protección de derechos de un sector no se puede hacer coartando los derechos de otro. Es cierto que hay abusos que deben erradicarse por malas prácticas, en las cuales el sector público goza de un primer lugar, pero también es cierto que la externalización de servicios en esta época, resulta fundamental para muchas organizaciones pues representa tener eficiencia en costos y calidad, con servicios que además proporcionan valor agregado.
Es necesario comprender que la externalización de servicios debe ser gestionada desde los acuerdos del nivel de servicio y el tipo de relación para poder tener una visión clara sobre el rendimiento, mediante indicadores fijados antes del inicio del trabajo, definiendo el marco de actuación adecuado para facilitar la comunicación entre ambas partes.
La realidad es que se está dejando de ver que el outsourcing varía de acuerdo a las necesidades de negocio, y el marco para su prohibición radica exclusivamente en las estructuras diseñadas para evadir la carga tributaria en materia laboral. El punto es que estas estructuras son el resultado, el “síntoma” por así decirlo, de una muy atrasada normativa laboral que poco o nada ha hecho por adaptarse a las necesidades reales de un mundo global, al que ha buscado pertenecer a toda costa y del que ya no puede alienarse. La reforma en sí misma, pasada a la prisa de las presiones, tiene de nacimiento fracasos técnicos que dejan demasiado a la interpretación de las vaguedades y conceptos no definidos de forma perfectamente clara.
No se miraron ni de cerca, los beneficios que ante un T-MEC pueden incluir: mayor eficiencia y competitividad, capacidad ajustable, foco en competencias estratégicas, menores costos, flexibilidad para enfrentar cambios (ya en el modelo de negocios o en las condiciones comerciales y de mercado), entre varios otros… ¡vaya que dónde buscarle, hay!
¿Qué se puede lograr ante la necesidad de hacer más con menos? Ésa es la respuesta que la reforma no da y que como en muchos otros casos, transfiere a la iniciativa privada la obligación de resolver de manera unilateral, sin visualizar las consecuencias directas; porque el outsourcing no va a desaparecer y por el contrario, con las tendencias marcadas por expertos en el área de recursos humanos, irá en crecimiento. Basta voltear a países como Gran Bretaña, con los polémicos contratos laborales de “Cero horas”1, para ver las tendencias del mundo.
Sin llegar a tales extremos, seguimos sin visualizar que se trata de ser eficientes, no paternalistas; se trata de ser competitivos sin pretextos. Sí, sin duda hay abusos, pero esos abusos no se combaten desde la prohibición y penalización sino desde la adecuada regulación y desincentivación.
Ahora, el camino necesariamente está en la reestructura corporativa y en la interpretación que se le dé al término “servicios especializados”, a la actividad de “armonizar” objetos sociales de modo que no se invada el objeto social o la actividad preponderante, y a buscar un empadronamiento que, posiblemente, no sea aplicable.
Finalmente, mientras las reformas sólo busquen soluciones “por encima” o de beneficio electoral como siempre ha sido, no habrá resultado adecuado y corresponde entonces a la iniciativa privada, el buscar cómo seguir creciendo apegados a protocolos de gobiernos corporativo y cumplimiento normativo, a mejores prácticas que les permita seguir siendo competitivos a pesar de los entornos francamente, muy poco favorables. El outsourcing no es el villano a vencer, lo son las regulaciones arcaicas y anacrónicas que no han favorecido el crecimiento en materia laboral y que vistas desde otra óptica, podrían impulsar y ser el eje de crecimiento y mejoras que tanta falta hace a este país.
1 http://www.laizquierdadiario.com/Nuevas-formas-de-precarizacion-laboral-los-contratos-cero-horas-crecen-en-Gran-Bretana Los polémicos “contratos cero horas” fueron implementados por el gobierno de coalición británico encabezado por el primer ministro conservador, David Cameron en el 2014. Son llamados contratos “cero horas” ya que no garantizan trabajo, ni ingresos ni derechos laborales para los trabajadores. Los empleadores podrán decidir el número de horas a la semana, los horarios y las jornadas específicas que ofrecerá al contratado.