¡EMPRENDER CON VALORES!
Por: Alejandro Ruíz Robles
Corredor Público No. 22 de la Ciudad de México
Emprender en materia económica en México es cada vez más complicado; ya sea por la regulación interna existente o lo convenido en acuerdos comerciales con otros países, la competencia entre empresas de productos y/o servicios que se presenta en un mundo globalizado o bien, las preferencias dinámicas de los clientes o consumidores finales; entre otras razones.
En virtud de ello, las personas que arriesgan su patrimonio en aras de establecer un comercio para generar riqueza en su beneficio y en el de las personas que directa o indirectamente participan de éste, merecen toda la atención y respeto de todos aquellos profesionales a quienes les piden asesoría; máxime que hoy por hoy, todos debemos de actuar con un perfil de responsabilidad social.
Sin duda que una de las grandes virtudes que debe tener el asesor jurídico y en especial el Corredor Público, es saber escuchar con atención a los clientes y orientarlos para el desarrollo de sus proyectos, la creación de las figuras jurídicas acorde a sus metas, la consolidación de los negocios ya existentes, la cuantificación de todo o parte de sus bienes o derechos, la conciliación de intereses en caso de desavenencias y, desde luego, la menor afectación a los patrimonios participantes en caso de que el centro generador de riqueza desaparezca. Es decir, sin duda hay mil y un sueños productivos que la gente planteará y con los cuales anhelan alcanzar el éxito económico y en nosotros siempre estará la posibilidad de poner a su disposición las herramientas adecuadas y procurar encaminarlos hasta su consecución.
El respeto a la voluntad de los clientes es sumamente importante; por ello, es básico entender que la toma de decisiones depende única y exclusivamente de ellos y nuestro compromiso será dotarles de los mayores elementos jurídicos para actuar acorde con la ley.
Estamos conscientes de nuestra tarea; toda vez que sabemos de la trascendencia económica y social, principalmente, que tienen las empresas en nuestra sociedad.
En ese sentido, si bien es cierto que como corredores públicos tenemos un privilegio ganado ante la autoridad por nuestro conocimiento, experiencia y sentido jurídico, el hecho de servir a la gente que requiere nuestros servicios es un honor.
La satisfacción del deber cumplido se vuelve un aliciente personal y profesional en nuestras vidas y dignificar la labor del profesional del Derecho es un compromiso diario.