EL HACEDOR DE LA 4T 2.0, MARCELO EBRARD CASAUBÓN

Por: Osiris Cuamatzin Guzmán


No resulta fácil reflexionar sobre la obra, personalidad y alta misión de un personaje fundamental de la política mexicana que ha sido uno de los políticos más y mejor preparados, y también uno de los de mayor dosis de simpatía popular en los últimos veinte años, tanto que es muy habitual encontrárselo en las calles de la Ciudad de México o en las benditas redes sociales con un amplio nivel de simpatizantes. Una figura esencial de tanta categoría referencial en la reciente historia política de nuestro país, que no debe resultar extraño que nuestro actual Presidente, Andrés Manuel López Obrador, haya decidido llamarlo y para siempre “carnal”, epíteto consabido de una amistad que los une desde hace muchos años en que la nación reclamó el concurso de sus esfuerzos en pro de una patria mejor. Decisión mancomunada de un evidente simbolismo político, por la cual es seguro que se desea equiparar las intenciones políticas renovadoras de Marcelo Ebrard Casaubón con la figura de un hito de la vida pública del país que simboliza López Obrador, y que para la 4T representaría una etapa de reformas y progresos más intensos en la historia de México. De este modo, los empeños del Ex Canciller, siguen encontrando buenos motivos para sostener, a través del ejemplo ilustre del Presidente, la idea de que es posible reforzar con denuedo una Cuarta Transformación para bien de todos los mexicanos. 

La Secretaría de Relaciones Exteriores, o la Jefatura de Gobierno de la CDMX no fueron un planificado banco de pruebas para aprender a gobernar y ejercer después en su inevitable destino presidencial. La Presidencia de la República es un destino en sí mismo y para toda la vida donde no tendrá más alternativa que conducir, guiar y dirigir como lo ha sabido hacer desde muy joven. La excesiva aptitud y confianza de Marcelo Ebrard surgida de su trayectoria, de más de 42 años, ha tendido a interpretar la Secretaría de Relaciones Exteriores como un paso previo de menor fuste antes de llegar ineluctablemente a una empresa de mayor calado que es la Presidencia de la República.

Sin embargo, cuando Marcelo llegue a esta alta misión puede afirmarse con rigor que estará listo para gobernar con excelencia, con ecuanimidad, con idoneidad y con pasión. Porque sus ideales vienen plenos y sistemáticamente acomodados para ponderar el desarrollo social, como una experiencia condicionante de lo que ha hecho desde que en 1981 comenzó a ocupar cargos públicos. No es gratuito que desde esos años, y gracias a su Licenciatura en Relaciones Internacionales por el emblemático Colegio de México, y un posgrado en Administración Pública por la École Nationale D’administration ubicada en Estrasburgo y fundada por el Presidente Charles de Gaulle, un centro de excelencia donde se forman los mejores dirigentes, tuviera ya un pensamiento cosmopolita, abierto y libre. 

En los tiempos en los que la oposición parece avasallar a la razón, en los que una élite rancia intenta imponer una visión de la política añeja y retrógrada, resulta consolador apreciar cómo la gran mayoría de la población aprueba y apoya las manifestaciones políticas de altura, y deja paso a un rescoldo vivo, quizás más sentido que comprendido, el cual asoma a flor de piel cuando la ocasión lo merece. Y la ocasión vino, en nuestra revista Asesores, con una apasionada entrevista que debíamos a Marcelo Ebrard Casaubón. Fue una entrevista cálida, amena, noblemente provechosa, como es él. En tal día vimos claro, una vez más, cómo hay políticos íntegros que siguen conduciendo pueblos con ideas, con acciones y con trascendencia.

Marcelo Ebrard le sigue debiendo mucho a su talante trasatlántico, de cepa, gala y de ideas liberales, la gestación de su personalidad. Ahora los lectores tienen ya aquí una conversación que define someramente al hombre de política, pero también al humanista, al individuo; por ello en esta edición serán muchos más los que le conozcan, los que lo sigan y aprecien. Por todo ello entregamos íntegra, una charla que fija su pensamiento, y no habrá para él mejor pago que el conocimiento de sus reflexiones por parte de esas mismas gentes, a las que Ebrard sigue conmoviendo hoy en lo más noble y sensible de su alma colectiva. 

  1. Tras estos años al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores, de tanta importancia y complejidad, ¿cuál es su balance de esta etapa?

“Es un balance positivo, sin lugar a dudas. Tuvimos momentos complejos que logramos resolver de forma exitosa y nos llenaron de orgullo. Fortalecimos, con plena defensa a la soberanía, las relaciones de nuestro país con Estados Unidos y Canadá. En particular, la relación con Estados Unidos se transformó y se renovó mediante nuevos mecanismos de cooperación. Levantamos la voz en un tema fundamental para la seguridad en México. Tomamos acciones para detener el tráfico de armas que repercute en la criminalidad y violencia en nuestro territorio. Presentamos dos denuncias en dos Cortes Federales de Estados Unidos convirtiéndose en la primera demanda de un gobierno nacional en contra de la industria de las armas en esa nación. Trajimos las vacunas contra COVID-19 a México en tiempo y forma, con lo que logramos salvar millones de vidas. Impulsamos como nunca antes la protección a mexicanas y mexicanos en el exterior. Gracias al trabajo de más de cuatro años que tuve el privilegio de encabezar la SRE, México es respetado y admirado a escala global, con relaciones de igualdad en todo el mundo”.

  1. Latinoamérica ha dado un giro político en los últimos años. ¿Qué peso tiene México hoy en la Región?

“Con una nueva visión sobre la importancia de la solidaridad entre naciones, México recuperó la voz y el liderazgo en América Latina. Apoyamos a Centroamérica con programas sociales prioritarios que, además, han contribuido a disminuir los flujos migratorios por vías irregulares. Una de las grandes iniciativas durante mi tiempo como Canciller, fue la renovación que le dimos a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) para continuar buscando soluciones comunes a nuestras problemáticas y abriendo un espacio de diálogo entre iguales con profundo respeto. Como me instruyó el Presidente López Obrador, una vez más miramos al sur”.

  1. La lucha por la candidatura por el 2024 y la lucha Presidencial, ¿será un duelo a muerte?

“No, desde luego que no. Serán, sin duda, unas semanas intensas en las que todos mis compañeros y yo mismo buscaremos convencer al pueblo de México que somos la mejor opción para continuar con la transformación que inició el presidente López Obrador. Pero todo eso lo haremos con pleno respeto y civilidad. Es importante entender que todos buscamos representar la continuidad del mismo proyecto y eso es lo que tenemos que ir a decirle a los ciudadanos. Vivimos en un país democrático que nos ha costado muchos años construir y todos debemos honrar eso: dando propuestas y dejando que la ciudadanía decida. No será fácil, pero creemos que mi propuesta tiene todo lo necesario para que el pueblo nos respalde. Son los mexicanos y mexicanas quienes respaldan mi trabajo y yo confío en ello”. 

  1. Dedicamos el tema de nuestra portada a la Candidatura por la Presidencia de la República. ¿Cuáles serán sus prioridades de ser electo Candidato por MORENA?

“En primer lugar, buscar la unidad del movimiento. En 2011, cuando la encuesta no me favoreció para ser candidato de la izquierda en 2012, yo declaré que respetaba los resultados y que apoyaría sin reservas a nuestro candidato. La izquierda que se divide, pierde. Y eso mismo, la unidad, es lo que buscaré asegurar con mis compañeros de partido y la dirigencia de Morena. 

Luego, me abocaré a viajar por el país para dar a conocer mi proyecto. Me he preparado toda mi vida para ello, toda mi experiencia lo respalda. Sobre las propuestas, ya he dado a conocer algunas de ellas y propongo ser la Cuarta Transformación 2.0. Seremos la continuidad con cambio, ampliar aún más los programas sociales, reducir la pobreza, que todos los mexicanos puedan tener salud. Vamos por un muy buen camino y queremos continuar por ahí. 

Cuando sea el candidato, empezaremos a sumar a más gente a nuestro proyecto, a la transformación de este país y por supuesto no es sólo mi visión. Entonces haremos una campaña para escuchar, conocer las preocupaciones que se tienen en Estados, municipios, colonias, ejidos y comunidades, y hablar sobre la mejor manera de atenderlas”.

  1. ¿Cuál sería su primer acto de gobierno?

“Serán varios y se centran en asegurarnos, mediante leyes e instituciones, que los principios de la Cuarta Transformación sean la guía de mi gobierno. Vamos a seguir con los programas sociales que reducen la pobreza, vamos a aplicar la Austeridad Republicana para liberar más recursos para el desarrollo, vamos a seguir combatiendo la corrupción y el dispendio, vamos a seguir con los proyectos de infraestructura. En resumen, empezar a consolidar el proyecto que fue electo en 2018 y que, seguramente, se verá refrendado en las urnas en 2024”. 

  1. ¿Cuál sería su relación con el sector empresarial mexicano? 

“De respeto y de trabajo. Vamos a trabajar de la mano para hacer crecer la economía, para crear empleo y para hacer crecer la clase media. México tiene la oportunidad de crecer por su posición geográfica estratégica en el mundo, por nuestros recursos y por nuestra gente. Vienen grandes oportunidades para México y para los empresarios mexicanos, vamos a dialogar con el sector empresarial y a definir estrategias para que le vaya bien a México”. 

  1. Para unir al país y gobernar en armonía, ¿estaría dispuesto a fumar la pipa de la paz con los Expresidentes entre otros políticos incluyendo a algunos empresarios?

“Yo siempre voy a ver por el mayor bienestar para México. Lo más importante es pensar en el futuro y la consolidación de la Cuarta Transformación. Es importante, sin embargo, dejar claro que el proyecto en el que milito ha dejado en claro que las prácticas políticas del pasado se quedaron ahí. Considero que tenemos que invitar a todos quienes quieran sumarse a que fortalezcamos la siguiente etapa de este proyecto, siempre respetando sus ideales básicos”. 

  1. El Marcelo Ebrard de ahora, es diferente al de hace seis y doce años, ¿en qué ha cambiado respecto a su participación en la vida política del país? 

“Las experiencias, los retos y aprendizajes, te van fortaleciendo y redefiniendo, como también las coyunturas y realidades que vas enfrentando día a día. Mi participación en la vida política del país en los últimos años, en particular lo referente a la política exterior, me ha dado una mayor visión y comprensión de la dimensión y complejidad de los asuntos que debemos atender por el bien de México”.

  1. ¿Cuál será su relación con Estados Unidos de Norteamérica? 

“La relación con Estados Unidos seguirá siendo de mutuo respeto, cooperación y corresponsabilidad. Continuaremos fortaleciendo, con plena defensa a la soberanía, las relaciones de nuestro país con Estados Unidos para proyectar a la región de América del Norte hacia el futuro como una región próspera y segura para sus habitantes, poniendo énfasis en temas estratégicos como las prioridades económicas y sociales de la región, la promoción del desarrollo económico del sur de México y de Centroamérica, la migración con enfoque humano y atendiendo las causas estructurales de ésta, el tráfico de estupefacientes y de armas que repercuten en la criminalidad y violencia en nuestro territorio, así como la seguridad, la salud y el desarrollo de las sociedades en ambos lados de la frontera”.

10. ¿Cuál es el sector de la población que más lo favorece?

“No me parece que haya un sector específico que me favorezca más, siempre he trabajado con todos ellos y la ciudadanía nos apoya; nosotros somos incluyentes y nos interesa conocer las necesidades de toda la población tan diversa que constituye a nuestro país, todas las realidades nos importan porque solamente así podremos transformar a México hacia el potencial que tiene y merece”. 

11. ¿Qué peso tendrá sobre Usted el legado del Presidente López Obrador? 

“Sin duda, el liderazgo del presidente López Obrador ha sido, es y será fundamental para sentar los pilares de la Cuarta Transformación, y nosotros continuaremos con ese camino para la consolidación de este movimiento. Mi estilo de gobernar es “continuidad con cambio”, vamos a hacer la 4T 2.0. Lo que sigue es la plena etapa constructiva de la Cuarta Transformación, llevar hasta su máxima capacidad su potencial constructivo y esperanzador. Lograr que se concreten todos sus fines. La base de la estabilidad del país tiene que ser la igualdad y el respeto por la democracia, y ambos lo concebimos de esa manera. Haber sido el sucesor del Presidente López Obrador como Jefe de Gobierno, haber ampliado los programas que él implementó y haber logrado una Ciudad progresista y de derechos, es prueba de mi trabajo, de mis credenciales y mi experiencia y de la confianza que el Presidente tiene en mí”. 

12. ¿Cómo quiere pasar a la historia de México? 

“Como un hombre que ama profundamente a su país y que, como su Presidente, buscó y logró impulsar la grandeza de México para terminar con la pobreza extrema. Esto es un imperativo ético y es aún más acuciante porque es posible lograr este destierro. Mi meta es elevar el nivel económico de toda la población y hacer crecer la clase media a más de 50% para construir una sociedad más próspera e incluyente que acabe finalmente con la pobreza y que consolide a México como un país de clases medias, como las economías más avanzadas. Esto cambiará la morfología del país y la capacidad de prosperar. Llevo 40 años de carrera política, fogueándome y aprendiendo sin descanso en diferentes responsabilidades públicas, llenas de retos y enseñanzas que me han dejado como herencia una experiencia singular: saber cómo hacerlo y cómo lograrlo”.

13. Usted ama a México, ¿por qué? 

“Amo a México, soy un nacionalista nato, un demócrata que cree que la política es el camino para lograr cambios profundos. Quiero ser Presidente para culminar la transformación del país. Ésa es mi meta: un México más justo y con un estado de bienestar adecuado al tamaño del país que tenemos, que somos y merecemos. Conseguir una justa distribución de la riqueza, bajar los niveles de pobreza y elevar la calidad de vida (en educación, salud, seguridad y empleo) permitirá el acceso a todos los derechos tal cual se propuso la Cuarta Transformación en curso”. 

Marcelo Ebrard es un un servidor público absoluto, reformador, moderado, pragmático y benefactor, a causa de una trayectoria que supera a cualquier candidato, de cualquier partido, hoy en día. Al vaivén de la abigarrada sociedad mexicana, a causa de la influencia de los postulados del neoliberalismo, ya caduco, ya agónico, que eran hegemónicos en el pensamiento político nacional, siempre supo enfrentar con heroicidad cada encrucijada con coraje y determinación para su aniquilamiento. Por eso es muy fácil que en el imaginario colectivo se fragüe su figura como un político intachable, incorruptible, imprescindible. En cierta medida, la sociedad mexicana madura, plenamente consciente de que la 4T es un movimiento emancipador, ya le acogió a Marcelo como el continuador de esta histórica etapa. 

La esencia de sus ideas en política y en la forma de vivir la existencia constatan su carácter vigoroso y contemporáneo. En el plano personal, Marcelo está entre los políticos sui géneris: es un servidor público progresista, mesurado y prudente; antes que un dirigente farragoso, es un verdadero líder. En su libro “El Camino de México”, que ha roto estándares de venta, afirma: “A mis 63 años soy un hombre resuelto y honesto. Toda mi vida me he preparado para este rol, el más importante del país, aprendiendo, trabajando y dando resultados en cada uno de los cargos públicos que he asumido desde los 22 años a la fecha”. De hecho, esta afirmación probada y genuina, es la idea básica de que es necesaria la regeneración de la 4T con el amparo de una continuidad con cambio, y solo un hombre de legítima virtud, está pensado para iluminar propuestas realistas en clave mexicana, imprescindibles para modernizar el Gobierno de la República. Porque él sabe bien que el Estado debe estar al servicio del bien público, que la sociedad civil debe ser rehabilitada para resultar la máxima protagonista de la regeneración nacional y que él mismo y su gabinete se comportarán como los primeros y principales ejemplos (y también los máximos responsables) en una amplia tarea de gobierno que estará inspirada en aquellas dos premisas.

Es, por tanto, la candidatura de Marcelo Ebrard un tipo de actuación política que reclama de suyo entusiasmo, esperanza y orgullo. Porque los mexicanos esperamos que las cosas mejoren, y se convierta esta 4T 2.0 en hechos palpables que resulten útiles para las necesidades económicas y sociales de todos, así como para las reivindicaciones de una mayor participación política en la consecución de la felicidad pública. 

Ebrard es un hombre que combate las injusticias y las sinrazones con brío, y que deja para la gente, la familia y los amigos la sonrisa, el comentario amable. Por encima de sus logros, de sus altos cargos, aparece no solo un funcionario sino un patriota de una pieza, de curiosidad amplísima, de inteligencia penetrante, de enorme capacidad de trabajo, de autocrítica constante. Hombre insaciable, político honesto, persona progresista y con alto espíritu cívico, que ha hecho soñar a quienes anhelamos la grandeza de México. Porque es un hecho que con Marcelo Ebrard al frente de la Presidencia de la República podremos sonreír, porque todo va a estar bien.

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