El gran reto

Especialistas temen una oleada de quiebras a nivel mundial, aún superados los efectos de la Pandemia. Las empresas como nunca antes requerirán de todo el talento, habilidad y conocimiento (“expertise”) de sus asesores tanto externos como internos para asegurar su supervivencia. Quienes no tengan esa capacidad, pasarán a ser historia. Un cadáver más en el cementerio del mundo empresarial. Aquí te explicamos porqué. El mundo llegó a enfrentar la pandemia en malas condiciones, salvo raras excepciones. La mayor parte de las economías, debilitadas por la tendencia a la baja en la tasa de crecimiento económico que ya se venía observando hizo también acumularon niveles históricos de deuda. La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) asegura que la deuda de gobiernos, bancos, empresas y hogares a diciembre de 2019, habían alcanzado el equivalente a 320% del PIB global. ¡Tres veces más de lo que vale la economía del planeta! Una cifra escalofriante, nunca antes vista en la historia financiera de la humanidad. No, no es ninguna exageración amigo lector: son datos duros. Análisis del FMI, Banco Mundial, OCDE, Banco de Pagos Internacionales, bancos comerciales e importantes fondos de inversión avalan con sus propios cálculos esa estimación. “Una muestra de 40.000 empresas de 26 países indica que un cuarto de dichas empresas (10.000) tenía a finales de 2019, una posición neta de activos líquidos que no les permitían cubrir sus obligaciones de deuda con vencimiento en 2020”, asegura la CEPAL (1) Es decir, esas empresas aún antes de la aparición del COVID-19, se encontraban ya en una posición de “quiebra técnica”, entendida en sentido tradicional. Usted sabe: una situación en la que el valor del pasivo de una empresa es mayor que el valor del activo, de tal manera que la empresa tiene un patrimonio neto negativo.

Pues bien, la pandemia por desgracia, agravó esa situación.

Para evitar el colapso, la quiebra masiva, los grandes bancos centrales (Banco Central Europeo, Banco Central de Inglaterra, Banco Central de Japón, lídereados por la Reserva Federal de los EU), a partir de la segunda quincena de marzo de 2020, inyectaron una cantidad impresionante de liquidez: inundaron al mundo de dólares, yenes, libras y euros.

Con dinero recién creado, compraron bonos de deuda de gobiernos, bancos y corporativos, incluso de alto rendimiento o “high yield”. Es decir, bonos de deuda de baja calidad, de alto riesgo, bonos “basura” que no contaban con “grado de inversión” o garantía de pago.

También bajaron o acercaron la llamada “tasa de referencia” (los intereses que cobran por prestar ese dinero) a prácticamente 0%, una tasa insólita e hicieron transferencias electrónicas millonarias a los bancos comerciales para estimular el crédito.

Esa política se mantiene a la fecha. ¿El resultado? Un nivel de deuda global que superó todos los pronósticos. Según estimaciones del Instituto de Finanzas Internacionales a noviembre de 2020, alcanza ya el 360% del PIB global.

En otras palabras, si bien este “tsunami de efectivo” de dinero barato, de reestructuraciones constantes de crédito para mantener con vida artificial a las empresas, logró evitar que se disparara el índice de quiebras a nivel mundial, la contraparte es que ha dejado al mundo empresarial al borde de la insolvencia…lleno de “zombies”.

De hecho, un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) fechado el 01 de octubre de 2020, utilizando un lenguaje poco usual, que puede parecer a algunos como alarmista pero que en el fondo refleja en mi opinión la gravedad de la situación, asegura (entre otras cosas) de manera textual que:

 

  1. El nuevo aumento de la deuda es alarmante;
  2. Los problemas de solvencia -la incapacidad de reembolsar las deudas- se sitúa cada vez en un primer plano;
  3. Los países deben hacer frente a estas deudas con urgencia. Ignorar los problemas de solvencia sólo los empeora;
  4. Podrían ocurrir cesaciones de pagos (quiebras) a gran escala;
  5. En este caso, las economías sufrirían un grave daño por lo que se debe trabajar ya, con urgencia para reducir el riesgo de una catástrofe. (3)

El gran reto para 2021

En este contexto, como nunca antes, las empresas requerirán de todo el talento, habilidad y conocimiento (“expertise”) de sus asesores tanto externos como internos para asegurar su supervivencia.

 

El gran reto para expertos fiscales, financieros, gestores de fondos y de otras áreas que asesoran a directores generales, ejecutivos ó miembros del Consejo de Administración de la empresa, es convencerlos para mantener a raya volúmenes de deuda, nivel de apalancamiento y privilegiar la liquidez con la finalidad de reforzar un capital que garantice la solvencia   de la empresa.

 

Como aseguran destacados especialistas, el balance debe ser a prueba de balas y garantizar el flujo de efectivo.

 “Mientras tú tengas capital robusto y de calidad suficiente, liquidez para tener un horizonte de supervivencia mientras dure la crisis y, unos niveles de apalancamiento sensatos, no debe suceder nada radicalmente perjudicial”, asegura con acierto Alfonso De Lara, Director General Adjunto de Riesgos Financieros de Grupo Banorte. (4)

 

Eso es blindaje empresarial…punto. Señores empresarios: eso es a lo que debemos aspirar con la participación de nuestros asesores más calificados, tanto internos como externos.

 

El tiempo apremia. No es realista esperar que una o varias vacunas milagrosas provoquen un sensacional repunte de la actividad económica a corto plazo y una recuperación de ingresos que alejen por sí mismos la sombra de la quiebra.

 

Como señala un análisis de Moody´s (25 de noviembre de 2020), a pesar del tsunami de efectivo entre  las constantes reestructuraciones y la abundancia de créditos baratos, a pesar de todo 48 empresas no financieras (corporativos) a nivel mundial perdieron “grado de inversión” (capacidad de pago) para convertirse en “ángeles caídos”; es decir, empresas en desgracia con bonos de deuda en calidad de “basura”.

 

Ese número de quiebras de 2020 representa casi tres veces más al número observado en 2019 y supera con creces el promedio anual de 32 que se tuvo entre 1999 y 2019.

Como bien decía el gran matemático Blaise Pascal en el siglo XVII, “cuando jugamos al tenis, ambos
jugamos con la misma pelota, pero uno de nosotros la coloca mejor”.
Quienes no tengan esa habilidad, no escuchen y no atiendan los consejos de sus asesores mejor calificados en este sentido, pasarán a ser historia. Un cadáver más en el cementerio del mundo empresarial. 


Referencias
(1) “Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2020”, CEPAL
(2) La Gran Enciclopedia de Economía www.economia48.com
(3) “Se necesita con urgencia una reforma de la arquitectura internacional de deuda”, Fondo Monetario Internacional, en “Diálogos a Fondo”,
octubre 01 de 2020.
(4) “Trading & Risk Magazine”, diciembre de 2016

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