DISCRIMINACIÓN RACIAL
Por: Juan Carlos Sánchez Magallán
El 21 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial porque impacta negativamente a las personas. Esta fecha fue establecida por las Naciones Unidas en memoria de la masacre de Sharpeville, Sudáfrica, en 1960, un sistema brutal de segregación racial. La protesta fue liderada principalmente por personas negras que rechazaban la obligatoriedad de portar pases para poder moverse por ciertas zonas. La policía respondió con violencia extrema, disparando contra la multitud desarmada y matando a 69 personas, mientras más de 180 resultaron heridas. Este suceso fue un punto de inflexión para el movimiento antiapartheid, que finalmente llevó a la abolición del sistema en los años noventa.
Estas prácticas persisten de distintas formas alrededor del mundo: desde la desigualdad en el acceso a oportunidades, hasta los actos de violencia y discursos de odio. Las Naciones Unidas instan a los países y personas a reflexionar sobre estos temas y a comprometerse con la igualdad, la inclusión y los derechos humanos.
La discriminación por raza es un problema social y sistémico que ocurre cuando las personas son tratadas de manera injusta o desigual debido a su origen étnico, color de piel o raza. Es una forma de prejuicio que históricamente ha causado grandes desigualdades en diversos aspectos de la vida, como el acceso a la educación, empleo, vivienda, salud y derechos políticos.
La desigualdad laboral se da en personas que son rechazadas para ciertos trabajos por su color de piel o cultura. La segregación racial es la separación de personas según su raza, como ocurrió en Sudáfrica durante el Apartheid, o en Estados Unidos antes de los movimientos por derechos civiles. La discriminación institucional son las políticas o prácticas que refuerzan la desigualdad racial, con leyes que favorecen a ciertos grupos.
Erradicar la discriminación racial implica un esfuerzo colectivo y constante, que incluye cambios en la legislación, educación antirracista y apoyo a las comunidades marginadas.
La discriminación puede manifestarse de muchas maneras, y generalmente se clasifica según la causa o el grupo afectado.
La discriminación racial o étnica existe por el color de piel, raza u origen étnico, y por género o sexo incluye la desigualdad hacia mujeres, hombres o personas no binarias (machismo, misoginia, etc.).
Existen diversos tipos de discriminación: por orientación sexual contra personas LGBTQ+, como la homofobia o la transfobia. Las personas excluidas por tener discapacidades físicas, mentales o sensoriales. La que existe por la fe o prácticas religiosas de las personas, por edad contra personas jóvenes o mayores, conocida como edadismo. La económica o social por el nivel y posición social de las personas, o por las apariencias físicas, dirigida a quienes no cumplen con estándares estéticos convencionales, por nacionalidad contra personas extranjeras o inmigrantes y por las ideas o creencias políticas diferentes.
Cada tipo de discriminación afecta a las personas de manera única, pero todas tienen en común que generan desigualdad y vulnerabilidad. Combatirlas requiere promover la empatía, la educación y la igualdad de oportunidades.
La discriminación tiene orígenes complejos que han evolucionado a lo largo de la historia, y muchas veces están ligados a factores culturales, políticos, sociales y económicos.
El Colonialismo, la esclavitud durante siglos y las potencias coloniales justificaron la explotación de otros pueblos con ideas de superioridad racial, lo que estableció sistemas de opresión que perduran hasta hoy.
El clasismo es una forma de discriminación que se basa en la pertenencia o percepción de clase social. Las personas son juzgadas, tratadas de manera injusta o excluidas debido a su posición económica, nivel educativo, ocupación o incluso el lugar donde viven. Es un problema social que perpetúa las desigualdades y afecta a quienes son percibidos como parte de las clases socioeconómicas más bajas. ¿O no, estimado lector?