Cuando las instituciones públicas sirven y los funcionarios las destruyen

Por: José Luis Arenas López


En sus inicios, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) fue creada como parte de la estructura de la Secretaría de Gobernación un 13 de febrero de 1989, como Dirección General de Derechos Humanos. Para el 6 de junio de 1990, mediante decreto del Presidente de la República, la CNDH se creó como Organismo Desconcentrado, acto que llevó a la reforma de ley que se publicó en el DOF el 28 de enero de 1992, misma que adiciona el Apartado B en el Art. 102 Constitucional, modificando su naturaleza jurídica como Organismo Descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propio. Su objetivo esencial es la protección, observancia, promoción, estudio y divulgación de los derechos humanos previstos por el orden jurídico mexicano.

Durante el gobierno de Felipe Calderón, las funciones de la CNDH tuvieron una de las actualizaciones Constitucionales más importantes desde su creación, lo anterior porque se adicionó al texto Constitucional el rechazo a la discriminación sexual y el derecho al disfrute de los derechos humanos de los extranjeros y el derecho al asilo; además, el respeto a los derechos humanos como parte de la educación, brindando protección y promoción de los DD. HH. como principio normativo de la política exterior. De igual forma, se establece como obligatoria la atención oportuna y efectiva de los servidores públicos a responder a las recomendaciones de la CNDH y sus filiales en el interior del país. En esta misma reforma, quedó asentado que la elección del titular como Presidente de la CNDH, su Consejo Consultivo y los titulares de los organismos de protección de los derechos humanos, se realizaría a través de una consulta pública transparente. 

En 2018, Ma. Del Rosario Piedra Ibarra contendió por la diputación del distrito X federal, situación que dejó en claro la cercanía que tenía con el partido político Morena y el entonces candidato a la presidencia, situaciones que a pesar de ser impedimentos directos para contender por la presidencia de la CNDH, el 7 de noviembre de 2019 y con 76 votos a favor, el Senado de la República la eligió para el cargo por cinco años. Con nada de experiencia para asumir dicha responsabilidad, (más que haber sido activista política, candidata a una diputación y haber trabajado en la fundación que fundó su madre), es relevante mencionar que se considera como acto de corrupción el aceptar un cargo del cual no se tiene conocimiento ni se cuenta con la experiencia.

En cinco años al frente de la CNDH, Rosario Piedra mostró más cercanía al jefe del Ejecutivo que a las víctimas; evitó pronunciarse en cada ocasión posible contra temas de gobierno que violentaban los derechos humanos, como la militarización del país y la reforma Constitucional que pretendía incorporar la Guardia Nacional a la Sedena; la crisis forense que ha aumentado, especialmente en la identificación de los cuerpos en los anfiteatros. En contraste, tuvo oportunidad de manifestar ideas incorrectas sobre la reforma electoral, donde criticó al INE y le reprochó fraudes electorales donde el Instituto no había sido creado.

Un pasaje lamentable de la CNDH, fue la renuncia de todo el Consejo Consultivo el 23 de octubre de 2023; esto anunciaba la inoperancia de la Comisión, ya que en su salida, denunciaron que en sus dos años como consejeros trabajaron con “línea”, bajo presión, ignorados y que su labor fue minimizada por la titular de la Comisión. Sobre todo, que la ley no aceptó ningún consejo sin importar que hayan sido votados por unanimidad en favor de los derechos humanos. No se debe olvidar que en noviembre de 2019, renunciaron 5 de 6 consejeros, en protesta de la elección de Rosario Piedra, por lo que es claro que desde el inicio, Rosario no era la persona indicada al cargo.

Su quinto informe fue más nefasto que su actuación en todo este periodo; reconoció la inoperancia de la CNDH, apoyando las ocurrencias de AMLO para desaparecer a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. En sus argumentos, destacó haber presentado una iniciativa para reformar la funcionalidad de la CNDH, donde a pesar de la autonomía de la Comisión, mencionó que estaban del lado de la Transformación, violentando con claridad esta autonomía. En otro orden de ideas, también indicó que la “Comisión ya no responde a las necesidades del pueblo”; esto significa que la Comisión, hasta antes de la era de “Piedra”, funcionaba y daba resultados porque trabajaba con autonomía, en estricto apego a los derechos humanos. En esta administración quedó en claro que este concepto cambió y que la Comisión pasó a ser un brazo más del Presidente de México. También indicó que este órgano autónomo no necesita de grandes presupuestos para funcionar y dar resultados, por lo que redujo el presupuesto para operar.

Es relevante señalar que fue justo esta reducción de presupuesto la que volvió inoperante a la Comisión, ya que el dinero existía para cumplir sus objetivos. Sin embargo, Piedra decidió no gastarlo y con ello entorpecer su funcionamiento, dando resultados en números rojos con sus arcas llenas de dinero, mismo que, por supuesto, no informó en qué se gastó. Otra ocurrencia más de una persona que, a pesar de cinco años de experiencia en los que no aprendió nada, fue haber solicitado la reforma al Art. 102 C. y la propia de Ley de DD. HH. para desaparecer a la CNDH por estar limitada en su operación; es claro que esta limitación fue propiciada por Piedra. Además, solicitó que tanto el cargo de Presidencia de la CNDH y sus consejeros, sean electos a través de la participación ciudadana; dicho de otra forma, por elección popular, argumento vinculante a los dichos del jefe del Ejecutivo para el caso de la SCJN, mostrando nuevamente la cercanía con este. La creación de la “Defensoría Nacional de los DD. HH. del Pueblo” parece más un intento de continuar en el cargo por otros cinco años que un interés de acompañar a las víctimas.

Vale la pena mencionar qué dejó de hacer Piedra en estos cinco años: abandonó sus atribuciones para defender a migrantes, personas desaparecidas, periodistas y activistas (Germán Martínez); mantener silencio frente a la militarización del país (Laura Ballesteros); Sue Ellen Bernal mencionó el dudoso proceso de su elección; no haber reconocido la Violencia Vicaria;  su postura a favor de deudores alimentarios y haber motivado la renuncia en dos ocasiones de su Consejo Consultivo.

Suena repetitivo, pero es importante recordar los objetivos de la CNDH que a lo largo de estos cinco años, no se han cumplido, o en su caso, no con la objetividad necesaria y en defensa de los DD. HH.; entre ellos se encuentran recibir quejas por violación a los DD. HH., investigar violaciones a los derechos humanos (y está de más mencionar que muchas de ellas en contra de servidores públicos). De igual forma, una función relevante de la CNDH es la de formular recomendaciones públicas y procurar la conciliación entre quejosos y autoridades, además de impulsar la observancia de los derechos humanos en el país, todo con estricto apego a derecho y a salvaguardar sus derechos humanos.

Son tiempos de cambio, y es la población con capacidad para votar los que tienen en sus manos el acabar con estos disparates. El pueblo es el que determina el rumbo del país, ya que de este, emana todo poder-beneficio, y es el pueblo el que puede cambiar el rumbo de su gobierno (Art. 39 CPEUM).

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