El Turismo como Herramienta de Salud

Por: Mauricio Contreras

Esta reflexión inicia con un relato ilustrativo pospandemia; en el que tenemos a Juan, quien es profesor y que durante la pandemia de COVID-19 mantuvo su fuente de trabajo dando clases en línea; esto le permitió mantener estable su economía, aunque los grados de estrés subieron al interior de su familia por el confinamiento y los cambios de vida que representaron el hecho de que, su departamento en la ciudad, se convirtió al mismo tiempo en el lugar de trabajo de él y de su esposa, el aula de sus dos hijos y el centro de convivencia y descanso de toda su familia.

Una vez que cambió el semáforo sanitario Juan sale con su familia a un Pueblo Mágico cercano, en donde conocen a Elena, dueña de un pequeño hotel y quien les brinda un buen servicio con el toque amable, característico de la provincia. Juan y su familia reciben salud a través de las atenciones, el contacto con la naturaleza y un buen descanso fuera de casa y a su vez Elena recibe salud a través del reconocimiento y pago por sus servicios, mismo que permite bajar su estrés por la falta de flujo de efectivo que causó la suspensión de actividades en el turismo por las restricciones sanitarias derivadas del COVID-19.

El ciclo de intercambio de salud emocional entre Juan y Elena está establecido.

La percepción de la vida humana como la conocemos vino a ser transformada por la pandemia del COVID-19 y el turismo no fue la excepción, pues si bien fue una de las actividades económicas más golpeadas, también ahora se perfila como uno de los grandes motores de recuperación, no tan solo de lo económico, sino también de niveles de salud.

Para entender profundamente esta reflexión, me permito recordar la definición de salud, la cual nos dice que: es un estado de bienestar y equilibrio, en el que un ser vivo no presenta ninguna lesión ni padece ninguna enfermedad y ejerce con normalidad todas sus funciones.

Entonces, en turismo hablar de salud es hablar de bienestar y equilibrio emocional.

Ahora bien, este artículo no habla sobre Turismo de Salud o Turismo Médico, pues este tema tendría un enfoque muy especializado a prestadores de servicios que lo ofrecen o a los usuarios quienes viajan específicamente por temas médicos, para recibir tanto intervenciones, tratamientos o recuperación.

Más bien se pretende llevar la reflexión a un campo más amplio, en donde cualquier persona que viaje en estos tiempos post-pandemia después de un largo confinamiento, sea más consciente de que en el ejercicio de su esparcimiento es susceptible a recibir salud y a su vez llevar salud al destino a visitar.

Lógicamente, esta idea de intercambio de salud entre turista y destino sería un tremendo absurdo si alguna de las dos partes o ambas, no llevan cabalmente las observaciones y restricciones sanitarias aún vigentes, muchas de ellas susceptibles a ser ya un estilo de vida.

La misma pandemia, sus secuelas aún vigentes y la gran amenaza de rebrotes o aparición de nuevas pandemias; han dejado una tendencia global de evitar grandes conglomeraciones, y en el turismo esto se ha traducido como el auge de los pequeños destinos turísticos con más naturaleza, más espacio, y más actividades holísticas; esto está generando a un tipo de turista que gusta de una alimentación más orgánica, actividades más contemplativas y una interacción de mayor respeto a cualquier expresión de vida; por lo que el turismo hacia los destinos emergentes fortalecerá la derrama económica directa hacia una población por demás necesitada.

Afortunadamente estos pequeños destinos se han ido desarrollando y consolidando cada vez más, permitiendo la atención a esta tendencia global.

Aquí se abre un campo de oportunidad para los pequeños destinos turísticos, sean Pueblos Mágicos o no, y es que se debe reforzar desde lo empresarial y las instancias de gobierno, la profesionalización tanto de los servicios públicos como los privados para lograr juntos un destino turístico más maduro, pues no se debe desaprovechar la gran oportunidad de captar al turismo nacional que tiene la capacidad de viajar al extranjero con cierta frecuencia y que por el cierre o restricciones de fronteras por la pandemia, ven difícil hacer turismo en el extranjero.

Está de sobra decir que nuestro país ofrece una amplia gama de experiencias aún desconocidas, pero también se debe asegurar que los servicios estarán a la altura de las expectativas de este segmento.

Otra gran oportunidad para reflexionar a nivel muy personal, es que como individuos debemos proponernos hacer un mejor turismo, más respetuoso del medio ambiente, observando de mejor manera las indicaciones sanitarias y más contemplativo hacia el gran acervo natural y cultural que nos ofrecen estos pequeños destinos, para disfrutarlo sin dejar huella que lo dañe, solo así podemos considerarnos como portadores de salud al visitar un destino, para establecer el intercambio propuesto en esta reflexión.

Según la OPS, la salud no es solo un indicador del desarrollo humano, sino también un recurso para incentivar el crecimiento económico y por ende el desarrollo. La salud tiene una importante función que debe estrechar sus relaciones con otros sectores.

En este contexto de la colaboración intersectorial y la promoción del concepto de que el sector salud es un sector del desarrollo, es que la Organización Panamericana de la Salud, en coordinación con la Organización Mundial de la Salud decidió explorar el tema “Salud y Turismo”.

Para esto se generó en la década de los ochenta un nuevo término, el cual en la actualidad cobra importancia: EMPORIATRIA, que es todo lo relacionado con la medicina y los viajes.

Aún hay mucho por desarrollar desde la Emporiatría y seguramente los cambios generados por el COVID-19 y el intercambio de salud a través de las emociones al visitar a los destinos turísticos, tendrán que ayudarnos a familiarizarnos con este concepto prácticamente desconocido aún para el turismo.

Cierro la reflexión con las siguientes preguntas: ¿Cómo turista estoy siendo portador de salud al visitar a los pequeños destinos? ¿Cómo prestador de servicios estoy dando lo mejor de mí para fomentar momentos memorables que regalaran salud a los turistas? ¿Mi destino turístico tiene todo para ofrecer al turista una gran estancia que permita el intercambio de salud entre ambas partes? Que la reflexión genere una visión más amplia tanto al turista como al destino.



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