El éxito profesional a través de la imagen
Por: Justo Grau
La imagen transmite más de lo que imaginamos. Muchas veces damos por sentado que no todas las personas se fijan en las prendas que vestimos o de qué manera nos comunicamos en el ámbito laboral cuando, en realidad, la primera impresión es la que cuenta. Por tanto, la proyección del profesionalismo se vuelve imprescindible al momento de presentarse en cualquier entorno.
Un líder debe mostrarse siempre impecable y competitivo. En el atuendo e imagen profesional no funciona la fórmula “me gusta, no me gusta”; en lo que debemos fijarnos para valorar la apariencia de un líder es en el nivel de concordancia existente entre su profesionalismo y la imagen que proyecta a sus interlocutores.
En el ámbito profesional hay una fórmula de éxito “Visibilidad + Credibilidad: Rentabilidad”. En el primer elemento, la visibilidad, entra de lleno la cuestión de la imagen. Debemos ser más visibles ante nuestros clientes y prospectos; y, además, hay que serlo de un modo correcto. De nada sirve, es incluso contraproducente, ser más visible de una manera inoportuna. Y esto es así porque en tal caso estaríamos dando una imagen muy alejada de nuestro profesionalismo.
El hecho de invertir en nuestra imagen, especialmente en la vestimenta adecuada, nos hace experimentar un empoderamiento, cambia la forma básica en que vemos el mundo y percibimos a las otras personas. Este es un efecto psicológico que se traduce en un mayor rendimiento y productividad y, por extensión, en rentabilidad y resultados para el despacho en el que se trabaja. Por tanto, es un hecho que vestir de modo formal mejora las aptitudes mentales e incluso físicas de la persona.
“Es fundamental que la imagen que transmite un abogado esté en sintonía con la esencia del despacho en el que trabaja”
La imagen que proyectamos provoca una interacción. Es más, transmite ciertos valores y un posicionamiento particular. En todo momento, somos una fuente de información sobre nosotros mismos; por tanto, nuestra imagen profesional debe ser un reflejo de nuestra personalidad y marca personal. Pero, no solo somos la imagen de nosotros mismos, somos la imagen del despacho de abogados para él que trabajamos.
Por consiguiente, es fundamental que la imagen que transmite un abogado esté en sintonía con la esencia del despacho en el que trabaja. El cargo trasciende a la persona, lo que implica que debemos vestir de modo acorde a nuestro puesto e, incluso, al que queremos llegar. Sería incongruente que un abogado vistiera alejado de los valores de profesionalismo que defiende la firma en la que trabaja. El mensaje a sus interlocutores sería incomprensible.
Al hilo de lo anterior, considero necesario implementar códigos de vestimenta en las firmas de abogacía. Recordemos que este código es el conjunto de reglas adoptadas que especifican la manera correcta en que deben vestir los trabajadores. Además, forma parte de la identidad corporativa. El objetivo de un código de vestimenta es que los empleados se vistan de manera adecuada en el ámbito profesional, reflejando la imagen que el despacho trata de establecer o mantener conforme a su estrategia empresarial.
¿Qué es lo que quiere decir a los demás de su despacho? ¿Qué quiere que piensen los demás? ¿Cuál es la percepción que quiere generar en los demás? ¿De qué quiere que se hable cuando conversen de su despacho?… son cuestiones que todo socio director ha de preguntarse en relación a la imagen profesional.