Teoría del dilema de la empresa buena y la empresa mala
Por: Rubén Darío Merchant Ubaldo
Las empresas representan un papel muy importante en un país para que la economía crezca, ya que generan ingresos a través de inversiones y aumentan los empleos. Además, los gobiernos deben brindarle confianza a los empresarios o dueños de negocios con políticas públicas efectivas en materia de seguridad, simplificación administrativa, leyes equitativas entre patrones y trabajadores, administración imparcial de justicia; entre otros aspectos.
Lo ideal es que las empresas evolucionen de manera positiva, pese a los inconvenientes que pudieran surgir, en algunos casos, con la ayuda del país de donde tienen un origen para evitar su quiebra o extinción, tal es el caso de las industrias automotrices Chrysler y General Motors que a principios del año dos mil entraron en crisis financiera, siendo apoyadas por el gobierno estadounidense.
Consecuentemente, en la iniciativa privada existe un lado positivo y negativo a lo que he denominado “Teoría del dilema de la empresa buena y la empresa mala”, para ello me permitiré hacer un desarrollo y análisis que consiste en lo siguiente:
1.- Por su creación u origen:
La empresa buena surge conforme a la ley, es decir, cumple con todos los requisitos exigidos por las instituciones del Estado y normatividad jurídica para que puedan funcionar. Hay múltiples empresas en México y en el extranjero que se rigen legalmente.
Por el contrario, la empresa mala surge con fraude a ley, es decir, al parecer cumple con todos los requisitos exigidos por las leyes para su creación, sin embargo, regularmente se constituyen con documentos falsos o alterados para funcionar, ello sin soslayar que también contribuyen a la corrupción en contubernio con algunas autoridades o funcionarios públicos. Tal es el caso de las empresas denominadas “fantasmas”, las cuales, en la mayoría de los supuestos, se dan de alta ante instituciones de seguridad social y hacienda.
2.- Por sus directivos:
En las empresas buenas los directivos regularmente son los socios o fundadores, personas que tuvieron la actitud para materializar sus sueños a través de la creación de su negocio o empresa; por el contrario, en las empresas malas, los directivos suelen ser testaferros, ya sea por voluntad propia o por medio de engaños, ignorancia o estado de necesidad de las víctimas.
3.- Por su filosofía:
Dentro de la filosofía de las empresas buenas se encuentra la misión, la visión y los valores, siendo éstos la parte toral de la organización. Una empresa que adolece de dichos mandamientos no tiene una claridad de sus objetivos. A contrario sensu las empresas malas tienen como fin primordial cometer ilícitos, consecuentemente, no les interesa conducirse con una filosofía de integridad.
4.- Por su ética:
La empresa buena debe conducirse con fines éticos, desde luego, ello representa diversas bondades al minimizar los riesgos de que sea sancionada, aunado a ello, permite establecer códigos de conducta dentro de la organización, tanto para los directivos como para los empleados. La empresa mala carece de valores éticos, por ende, ello traerá consigo que se vea involucrada en diversos problemas legales, ya sea penales, laborales, administrativos o civiles.
5.- Por sus trabajadores:
Los directivos en la empresa buena se interesan por el bienestar de sus colaboradores; inclusive ciertas organizaciones extienden dicha satisfacción a sus familias. A diferencia de ello, los dirigentes en la empresa mala sólo engañan a sus trabajadores con sueldos o prestaciones superiores a la ley para obtener sus datos y delinquir; o bien, buscan obtener un beneficio a través de cierta maquinación de fraudes para reclutamiento de personal, y en el peor de los casos, convencen a los empleados a delinquir.
6.- Por sus clientes:
En la empresa buena uno de los mayores tesoros de los dueños de negocios deben ser los clientes, porque son la razón de su existencia, además es dable adoptar la frase “La satisfacción del cliente es lo más importante”; empero, en la empresa mala se aprovechan de las condiciones de los clientes como la ignorancia, su necesidad económica o estado de salud.
7.- Por su cumplimento ante el fisco:
Una empresa buena busca cumplir con sus obligaciones ante hacienda y estar al corriente en sus obligaciones, ello con el propósito de evitar alguna sanción; la empresa mala tiene como fin evadir impuestos a través de profesionistas cómplices para lograrlo; y lo que es peor, presentando documentos apócrifos o reportando cantidades inferiores a las percibidas.
8.- Por su reputación e imagen:
Otro de los tesoros de las empresas buenas es la reputación e imagen, conviene enfatizar que lo cuidan al máximo y algo recomendable debe ser, que cuenten con un plan estratégico de manejo de crisis en el caso de que exista un problema mediático o se haga viral en redes sociales, además con la asesoría de expertos para resolverlo. En una empresa mala, la imagen o reputación resultan sin importancia, máxime que su fin es delinquir, por esa razón, cambian constantemente de razón social.
9.- Por su estructura y funciones:
La empresa buena constantemente se constituye con una estructura y funciones, que se fijan a través de un organigrama y flujograma; mientras que, la empresa mala, cuenta con una estructura y funciones para delinquir, ya sea como asociación delictuosa o delincuencia organizada.
10.- Por su permanencia:
Las empresas buenas tienden a permanecer en el mercado y seguir creciendo; en cambio, las empresas malas buscan migrar de un lado a otro y seguir delinquiendo.
11.- Por el tipo de responsabilidad:
Tocante a la empresa buena en caso de que exista algún tipo de responsabilidad a los directivos o a la organización, sería de índole culposo, probablemente por un error humano e involuntario; consecuentemente, la sanción puede ser menor y con posibilidad de que se excluya o se extinga la responsabilidad. En otro sentido, referente a la empresa mala, existe una responsabilidad dolosa hacia los directivos, administrativos, cómplices y demás personas en la empresa; obviamente la pena sería elevada y sin gozar de los beneficios que marca la ley.
12.- Implementación de plan compliance:
Las empresas buenas siempre estarán interesadas en prevenir riesgos, tener un buen control de los procesos; conducirse éticamente; manejar las crisis y resolver las problemáticas existentes; pero, sobre todo, mantener su reputación e imagen. Todo lo anterior lo pueden alcanzar a través de un plan de cumplimiento ético y normativo. En forma negativa, a los integrantes de las empresas malas no les interesa establecer políticas de cumplimiento, desde luego, mucho tiene que ver con el fin por el cual fueron creadas, y que, en la especie, es cometer diversos tipos de ilícitos.
En conclusión, las empresas, negocios u organizaciones siempre deben apostar por constituirse sanamente, denunciar y no fomentar los actos de corrupción, así como, contar con estándares de integridad. Por el contrario, el gobierno debe cumplir de manera irrestricta las leyes para realizar investigaciones e imponer sanciones a aquellas organizaciones que tengan como fin afectar a la ciudadanía.