Confianza y reputación: Oportunidades para el sector privado
Por: Bruno Basile
El cambio de tendencia que marcó la pandemia se consolida. Las empresas han tomado un lugar todavía más relevante, no solo en la agenda económica, sino, en el marco de generación de estabilidad y contribución a la sociedad.
Las primeras decisiones empresariales, en muchos países, incluido Panamá, estuvieron enfocadas en encontrar un equilibrio entre las decisiones económicas y la preservación del capital humano. Un estudio de Sumarse, reflejó como más del 40% de los gerentes generales encuestados, priorizó este tema por encima de otras acciones.
Y es que la pandemia no ha hecho más que acelerar los cambios que ya estaban en ciernes. Hoy los intangibles, como la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), la reputación corporativa o el propósito organizacional, se han vuelto imprescindibles para garantizar la sostenibilidad de las empresas. Aquellas organizaciones que, impulsadas desde la alta dirección, han sabido integrar estos elementos, así como las expectativas de sus grupos de interés, están sabiendo tomar mejores decisiones, para capear el impacto de las distintas crisis que vivimos en paralelo.
Además, los datos no mienten. Como menciona Ángel Alloza, CEO de Corporate Excellence, por primera vez en los 21 años de publicación del Barómetro de la Confianza de Edelman, este estudio que toma el pulso al estado global de la confianza, muestra que las empresas son la institución más confiable (61%) seguidas de las ONG (57 %), los gobiernos (53 %) y los medios (51 %). Además, el sector empresarial es la única institución considerada ética y competente, superando también al gobierno en 48 puntos en cuanto a competencia y acercándose a las ONG en materia de ética.
Esto nos abre una oportunidad histórica para consolidar el rol de la empresa privada como ciudadano corporativo, pero, también, para contribuir con soluciones tangibles que contribuyan a solventar los retos locales y globales. Este nuevo orden al que nos adentramos eleva las expectativas de la ciudadanía sobre las empresas, y, por consiguiente, nos lleva a escuchar muy de cerca las necesidades de los grupos de interés para, en la medida de lo posible, anticiparnos a las mismas.
Por último, quiero cerrar con esta reflexión de Alloza: “En la medida en que las compañías sean capaces de responder en tiempo y forma a sus principales grupos de interés, saldrán fortalecidas y dispondrán de un balance reputacional positivo que perdurará en el tiempo, posicionándose como actores sociales necesarios, relevantes y confiables.” En otras palabras, estamos ante un nuevo mundo; ahora nos toca aprovechar las oportunidades en beneficio de las personas y de un capitalismo alineado con los intereses de la sociedad.