Jorge Campos “Brody”
Nacido en “la Perla del Pacífico”, nuestro querido “Brody” era un niño que disfrutaba de montar los caballos de su abuelo “Cunco”, cuando no estaba en la playa o jugando fútbol; era un niño hiperactivo que necesitaba estar ocupado en algo. Por ser el más chico del equipo de su papá “ÑOÑO”, lo mandaban a la portería para que los balones no lo golpearan. Esto no le gustaba, y de vez en cuando se iba al ataque a pesar del enojo que provocaba en la banca. Estas hazañas infantiles, le han valido un total de 47 goles anotados como delantero, a lo largo de su trayectoria futbolística, siendo el portero mexicano más goleador y el cuarto en la historia del fútbol.
Tras escuchar los rumores sobre el nivel futbolístico de un chico de Acapulco, los Pumas le ofrecieron una prueba en el Club, y aunque su padre se negó, Jorge viajó a la Ciudad de México para quedarse en el equipo, iniciando su carrera deportiva en 1988.
Cada quince días, Jorge se trasladaba desde la central camionera del sur, para visitar a su familia en Acapulco; el viaje duraba siete horas de ida, y otras siete horas de regreso. Ir y venir lo agotaba, a tal grado de dudar varias veces en regresar a la capital. Pero el hambre de triunfo fue imperiosa.
Siendo ya todo un ícono del fútbol mexicano en los noventas, y habiendo jugado con los Pumas, los Tigres y el Atlante, con quienes marcó un notable gol de chilena en la temporada 1997, nos acostumbró a sus tradicionales postales de equipo antes de cada partido, donde Jorge solía subirse al balón de fútbol, para crecer 20 centímetros más; y qué decir de sus coloridos uniformes deportivos fluorescentes, conocidos en todo el mundo con los que salía al campo, diseñados por él mismo.
Pero su pasión futbolística, no ha quedado en la cancha, ahora también se desborda como comentarista deportivo en Azteca Deportes, demostrándonos con su muy peculiar estilo, porqué siempre será Jorge Campos Navarrete, “El Inmortal”.