¿Qué le espera a México en el siguiente sexenio?

Silvino Vergara Nava

“Si la gran carga de intereses del Estado

 es mayor que el plus de ingresos generado

 por el crecimiento económico, es inevitable 

un nuevo endeudamiento del Estado ya 

solo para el pago de los intereses. 

Pero un endeudamiento que crece sin cesar

 lleva al deterioro de las finanzas del Estado y, 

en último término, a la bancarrota

 fáctica del Estado”.

Hans Kung

¡No hay dinero que alcance! Eso establece el refrán popular, por más que se quiera, no hay forma de que alcance el dinero para cualquier necesidad. Si esto lo escalamos a las cuentas y gastos públicos es aún más complicado; el aumento de las necesidades colectivas, aumento de la población, mayor intervención del Estado y sus instituciones en la vida privada, (léase atención a las familias, asistencia social, etc.) y en las actividades económicas particulares, pues ahora, para implementar cualquier negocio, se debe iniciar con la apertura ante el SAT, pasando por permisiones, licencias, autorizaciones, concesiones, etc. En resumen, múltiples razones que representan la necesidad de mayores recursos económicos, pero estos resultan insuficientes.

Sostenía Hans Kung, al respecto de los recursos de una nación, que: “El Estado no puede gastar más de lo que los ciudadanos sean capaces y estén dispuestos a pagar mediante impuestos; impuestos demasiado elevados propician la economía sumergida, así como el fraude y la evasión fiscal, tanto pequeña como a gran escala” (Küng, Hans. Una economía decente en la era de la globalización, Madrid, Editorial Trotta, 2019).

Es evidentemente que el dinero de las naciones es el dinero de los impuestos, de lo que puedan generar los contribuyentes, no hay más: los otros recursos que obtiene el Estado es en sus propias empresas.

En el caso de México, durante mucho tiempo se vivió de PEMEX, esa fue la diferencia entre la economía de México con las economías de los países de América Latina; por eso el país más rico durante un largo periodo en Sudamérica era Venezuela, sin embargo, ese nicho ya se agotó; por su parte, la otra forma de obtener recursos es con los endeudamientos.

Y el problema en este sexenio que se está agotando, fue el siguiente: si no se implementaron aumentos significativos de los impuestos, (porque sí hay que reconocer que hubo aumento de impuestos, como fue en el caso del impuesto sobre la renta en las inversiones en las entidades financieras), lo cierto es que el aumentar el gasto corriente con los apoyos sociales sin mirar a quién, provocó que la otra alternativa para obtener recursos, si no hubo aumento de impuestos, fue con las empresas del Estado. Pero si estás lejos de ganar, hay que sacarlas del atolladero, entonces, lo único que quedó fue aumentar el endeudamiento.

Pero ¿qué nos espera para el próximo sexenio? Desde luego que no puede haber más endeudamiento, este tiene un tope. Por su parte, las empresas del Estado son un barril sin fondo, y por ende no hay recursos que obtener de ese lado, por lo cual, la única alternativa que existe es que se aumenten los impuestos o bien, que se apriete más a los contribuyentes con el control que realicen las autoridades fiscales sobre ellos; no hay otra alternativa y pareciera que esa será la única que se vislumbra.

El problema de esta única alternativa es que en general las micro, pequeñas y medianas empresas no pueden cumplir con las obligaciones fiscales, eso es una realidad: se ha creado una gran carga tributaria y sobre todo administrativa que hace imposible el cumplimiento de esas obligaciones, por ende, no pueden hacer frente a esas obligaciones, y esta es una desventaja que tiene la empresa mexicana para intentar competir con las empresas de Estados Unidos y Canadá, (basta una simple comparación de las obligaciones de cada una de estas para darse cuenta de que es una carga excesiva de obligaciones fiscales en el caso mexicano).

Aumentar los impuestos: esto resulta aún más problemático, pero pareciera que por allí pudiera ir el camino. En principio, México es de los países que tienen en el impuesto al valor agregado la tasa más baja de las naciones de Latinoamérica, por ende, esta pudiera ser la alternativa. La otra opción sería aumentar impuestos municipales y estatales para evitar que se requiera más financiamiento a esos niveles de gobierno. El problema en esta parte es que estas administraciones son sumamente inoperantes y corruptas, por ello es que lejos de que esa sea una buena alternativa, podría resultar contraproducente, ya que a largo plazo implica más problemas económicos, rescatar municipios y entidades federativas. En fin, el futuro en estos rubros se ve muy complejo como para ponerle buena cara a las decisiones que se deben llevar a cabo por parte de la nueva administración pública federal. (Web: parmenasradio.org)

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