Tendencias 2022 Post COVID
Por: Francisco J Jordá Schloeter
Tendencias 2022 Post COVID
El año 2022 se esperaba fuera de crecimiento, ese era el pronóstico al cierre del 2021, cuando veíamos todos la luz al final del túnel, después de las campañas de vacunación, los esfuerzos de todos los gobiernos en inyectar liquidez a las economías a través de programas de asistencia social, orientados a los desempleados y cesantes consecuencias del cierre de miles de empresas en la región.
Sin embargo, el panorama del primer semestre ha sido totalmente inesperado y ha traído nuevos retos y desafíos en lo social, económico, logístico, político y diplomático. En este artículo pretendemos hacer un breve resumen de nuestra situación actual, de los posibles escenarios derivados e interpretar el rol de RRHH en toda esta nueva actualidad.
Situación Actual y Tendencias para 2022 a 2025
Los principales eventos que han rediseñado las expectativas y evolución del primer semestre de 2022, comienzan por supuesto con la evolución del COVID, la pandemia dejó paso a la endemia. Ómicron y las futuras mutaciones del COVID han demostrado ser muy contagiosas pero muchísimo menos malignas. En la gran mayoría del planeta y gracias a Dios, estamos en la etapa de la endemia, en la que el COVID es y va a ser parte de la cotidianidad, pero con un impacto no muy diferente a la Influenza, el Sarampión o la Viruela, todos virus, pero prevenibles con vacunas, todos manejables sin confinamiento y sin detener las economías.
No obstante, países como China, que han promovido una estrategia de “cero COVID”, están sufriendo ahora las consecuencias de no haber alcanzado una población razonablemente resistente a merced de la tan discutida “inmunidad de rebaño” y ante la abrumadora capacidad de contagio del Ómicron se ven forzados, dos años después, a volver a confinar enormes concentraciones urbanas, como Shanghái, impactando la producción y el comercio.
Esto nos lleva al segundo evento que condicionó el primer semestre de 2022 y no es otro que la extensión de la “crisis de los contenedores” o crisis logística, que arrastramos desde 2020 derivado del cierre de puertos en Asia y la imposibilidad de regresar los contenedores con materias primas o mercancías, creando un desabasto de contenedores y una subida de precios en todo el sector logístico sin precedente. Se había pronosticado que la crisis logística cedería en el primer semestre de 2022 y que sería un año de crecimiento, por el contrario se intensificó la crisis y los precios permanecen elevados, impactando la producción y el comercio global; hay más necesidad de bienes y servicios que capacidad para suministrarlos y esto nos conduce al tercer gran evento: la inflación global y el endeudamiento público externo.
Durante 2020 y todavía hasta casi todo 2021, la mayoría de los gobiernos de la región y del mundo, implementaron diversos programas de asistencia social, destinados a atender las necesidades básicas de millones de personas que quedaron cesantes como consecuencia de los confinamientos y de un masivo cierre de empresas, principalmente PYMES.
Esa asistencia social, en la forma de bonos en efectivo por familia (como en USA por ejemplo) o por persona (como en Panamá por ejemplo), cumplió sin duda un objetivo social y contuvo estallidos sociales en casi toda la región y el planeta en el corto plazo, sin embargo, ha tenido dos consecuencias para nada despreciables en el mediano plazo: un incremento generalizado de la inflación y del endeudamiento público externo . Los efectos de ello han sido y siguen siendo más que evidentes en 2022, todos los países han acusado incrementos del índice de precios al consumidor en el entorno del 7% a 8% en promedio, pero registrando alzas muy superiores en productos específicos como elementos de la canasta básica alimentaria y la energía, en cualquiera de sus formas, desde combustibles hasta electricidad industrial y doméstica.
La masa monetaria en poder del público en general, al momento de empezar a abrirse las economías, sin que la producción de bienes y servicios se haya recuperado totalmente, ha generado presiones en los precios de todo bien o servicio, pues se experimenta más demanda que capacidad de abasto; esto es la inflación y no se va a disipar hasta que la oferta equipare la demanda de bienes y servicios en la región.
El origen de esa masa monetaria, en general en el mundo, viene del endeudamiento público externo, el cual fue contratado por casi todos los países para soportar la crisis sanitaria y los programas sociales. Hemos visto estadísticas del FMI, Banco Mundial y CEPAL, que indican que el endeudamiento público externo creció en 2021 hasta en un 60% del PIB en promedio globalmente. Pero igualmente señala que para Latino América puede llegar cerca del 80% del PIB. El efecto de este endeudamiento lo veremos en años próximos en la reducción del presupuesto público para desarrollo e infraestructura, teniendo que atender el servicio de la deuda, pudiendo tener también efectos fiscales para las poblaciones de la región.
Para recoger esa masa monetaria inorgánica (no respaldada por incremento de la producción y el PIB), los bancos centrales de los países están respondiendo al elevar las tasas de interés, teniendo efecto inmediato en las tasas interbancarias y en consecuencia en el costo del capital para el público en general. Este incremento en el costo del financiamiento obviamente impacta en la industria y en el comercio nacional, regional e internacional, sumando un efecto adicional a la crisis de logística y a la inflación.
A este contexto global, que ya tenía profundos efectos enraizados en la producción y el comercio, se suma la iniciativa unilateral del Presidente Putin al iniciar su “operación militar especial” en Ucrania. Nadie ha escapado a conocer los horrores de este enfrentamiento y las consecuencias nuevamente en producción y comercio a nivel global, pues tanto en lo alimentario (granos, fertilizantes, cárnicos, etc.), como en lo energético (combustibles varios y generación eléctrica) están impactando todos los sectores de la economía, empezando por el transporte, el cual nuevamente, impacta tiene una vinculación directa con la ya acentuada crisis logística mundial.
De acuerdo con una proyección de la OMC de Abril 2022, el comercio mundial en 2021, unos 22 millardos USD en bienes y 6 millardos en servicios, debió crecer 4,7 % en 2022, pero ese crecimiento puede reducirse a entre 2,4% a 3,0 %. La invasión rusa de Ucrania ha dejado al descubierto un panorama internacional marcado por una “nueva Cortina de Hierro” que separa a Rusia de Occidente y que algunos expertos temen que pueda desencadenar una crisis productiva y alimentaria global.
En este reacomodo de las economías globales, el rol de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), la respuesta de este grupo frente al conflicto y frente a las sanciones que Occidente en general ha aplicado contra Rusia, ha sido por decir lo menos tímido, buscando una neutralidad inconcebible para la mayoría de Occidente.
Rusia ha expresado su confianza en que los BRICS estarán en el centro de un nuevo orden mundial que está surgiendo debido a los intentos de Occidente de aislar a Moscú mediante la imposición de sanciones económicas unilaterales y hay que recordar que las naciones del BRICS representan el 41% de la población mundial, el 24% del PIB mundial y el 16% del comercio mundial.
Hay que reconocer que China pertenece al Consejo de Seguridad de la ONU, así que cuando este Consejo se reunió para pronunciarse sobre la invasión de Ucrania, a China no le quedó más remedio que votar, y China hizo lo mismo que con la anexión de Crimea: abstenerse y evitar criticar la actuación de Putin. Ni siquiera los medios de comunicación oficiales de China han hablado de invasión. De hecho, el representante de China en la ONU, Zhang Jun, señaló a la OTAN de causar todos los problemas: “Mucho menos puede garantizarse la seguridad regional a través del fortalecimiento de un bloque y en consecuencia, el crecimiento de una organización con las cinco rondas sucesivas de expansión de la OTAN como telón de fondo. Las legítimas aspiraciones de seguridad de Rusia deben recibir atención y abordarse apropiadamente”.
Los países BRICS, de los cuales forma parte Rusia, han asumido una postura “neutral” o inclusive de condena a las sanciones económicas “unilaterales” de Occidente ante un “evidente derecho a la defensa por parte de Rusia frente a la expansión agresiva de la OTAN”. Teniendo el peso que los BRICS tienen en la economía global pueden presentar una resistencia para nada despreciable frente a Occidente y la condena a la invasión, lo cual se traduce en un retraso del acuerdo diplomático que ponga fin a este conflicto.
Impacto Regional y Global
Hace décadas que existen expresiones de malestar contra la globalización en diversas partes del mundo por la amplitud de sus efectos políticos, económicos y sociales. El Presidente Trump y el Brexit son puntos de inflexión en ese sentido. USA, quien ha sido baluarte del libre comercio y las inversiones, cambió de paradigma con Trump, con su guerra comercial con China e impulsando leyes para proteger a su mercado y favorecer la producción local. El Presidente Biden no lo ha modificado en lo sustantivo hasta ahora tampoco y eso hay que interpretarlo a la luz de todo el contexto. El Brexit sin duda fue un duro golpe para la integración de la UE y el modelo para otras latitudes. Dejó el precedente para que otros puedan salirse (lo que ha sido recogido en general por los partidos de ultraderecha).
El nuevo orden global se está estructurando en torno a dos grandes bloques a partir de la rivalidad entre USA y China, a lo cual se suma la división entre regímenes democráticos y autoritarios. Esta característica ha ido adquiriendo cada vez más relevancia y explica situaciones como la ofensiva autoritaria en el mundo, con fenómenos que van desde las “fake news”, hasta las guerras, una de cuyas expresiones es precisamente la invasión a Ucrania. Por el otro lado, la cumbre de las democracias que organizó USA y que se constituye en respuesta a la percibida ofensiva autoritaria, define que se están configurando dos campos alrededor de democracia y totalitarismo.
La invasión a Ucrania ha venido a profundizar esa lógica de bloques y acelerará la transición hacia un nuevo modelo. Desde la perspectiva actual de comercio e inversiones globales, todos saldrán perdiendo con la desintegración o menor interdependencia. Rusia con las sanciones impuestas y las dinámicas que generarán, acentuará su dependencia de los commodities y del mercado chino, que se constituirá en su comprador más importante y con mucha distancia de cualquier otro. Aun cuando pudiera mantener sus ingresos, perderá acceso a las innovaciones tecnológicas, lo que impactará en su sector industrial, que irá perdiendo valor frente a competidores.
En el caso de China, su alianza con Rusia y su apoyo tácito a la invasión también empujará los cambios en sus flujos del comercio y las inversiones. Como reacción a la guerra comercial iniciada por Trump, el gobierno chino adoptó una estrategia dual que consiste en profundizar el mercado doméstico como principal motor de la economía, así como en ser autosuficiente en materia tecnológica. No obstante, China sigue siendo el mayor exportador mundial, con USD3,3 trillones embarcados en 2021, un incremento del 20% de los envíos a USA, a pesar de las restricciones impuestas por este país.
Actualmente, el 38% de las exportaciones chinas se reparten entre USA, UE y Japón. Si ese mercado se redujera a la mitad en 10 años, un escenario posible, China tendría que encontrar nuevos compradores por un monto actual de 600 billones USD. No será para nada una tarea fácil, incluyendo al mercado doméstico. En efecto, el mercado interno pasa por un período de elevado endeudamiento y experimenta un rápido envejecimiento de la población.
La implosión del sector inmobiliario seguirá obstaculizando el crecimiento del PIB de China, mientras que la fuerte desigualdad de ingresos, el aumento del costo de la vivienda y la inadecuada protección social limitarán la demanda de los consumidores. China logró convertirse en el primer socio comercial de la UE y suscribió un acuerdo de inversiones que apuntaba a consolidar esa relación y escalar las cifras. Pero la situación de los DDHH en China, llevó a la UE a congelar su aprobación y la guerra a Ucrania con el “apoyo” chino a Rusia va a impedir su ratificación. Además, China está perdiendo el acceso a las tecnologías que necesita para construir una economía del conocimiento. Las sanciones de USA ya han paralizado al gigante Huawei y han impedido, a los fabricantes de semiconductores, hacerse con las tecnologías más avanzadas. Si la UE, Japón y Corea del Sur se unieran a USA en un bloqueo tecnológico a China, este país tendría pocas posibilidades de imponerse en la carrera tecnológica.
Si la desintegración económica perseguida por China volverá al país menos vulnerable a sanciones como las que se han impuesto a Rusia, una China más centrada en su mercado y en otros de bajo desarrollo tecnológico, necesariamente perderá creatividad y eficiencia al estar menos expuesta a la competencia, lo que le haría declinar económicamente en el contexto global. Una declinación económica repercutirá sin duda en el estatus del Partido Comunista. La guerra en Ucrania ha desatado movimientos cuyas consecuencias son aún difíciles de predecir, pero es un hecho que será un acelerador del cambio del modelo de globalización.
Es muy posible que en el gran juego del ajedrez mundial, la invasión a Ucrania será después recordada como un punto de inflexión, alterando una partida en que algunos se veían como ganadores.
A todo lo anterior podríamos sumar el potencial conflicto China/Taiwán, el Cambio Climático, el programa nuclear de Irán y Corea del Norte, la traslación hacia la izquierda populista de Latino América y al menos 10 conflictos bélicos más a nivel global.
La pregunta es: ¿Estamos frente al fin del mundo o frente a una enorme oportunidad?
Conclusiones
Lo primero que salta a la vista es que la incertidumbre se mantiene sobre todo en 2022 y la planificación tiene que ser de escenarios múltiples. Planificar a más de seis meses es una aventura con poco basamento.
La flexibilidad y la capacidad de reaccionar con alta velocidad, eficacia y habilidad para entender y adaptar las necesidades en permanente evolución del cliente, son las competencias claves para atravesar la ambigüedad que nos acompañará durante el 2022 y seguramente el 2023.
- 2022 tenía la expectativa de ser un año de crecimiento… pero no será.
- La regla son los escenarios múltiples y de corto plazo vs planificación tradicional.
- La flexibilidad y adaptación es la clave: leer las necesidades del cliente!!!
- Las fórmulas de éxito tradicionales ya no sirven: innovación y creatividad son la respuesta para el próximo quinquenio!!!
- Las competencias para liderar trabajo híbrido y “surfear” la incertidumbre son clave en 2022 y hasta 2025.
- Reevaluación de la fuerza laboral para Re-Skilling y Up-Skilling fórmula para el talento
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