El mercado emergente en el mundo no es China, sino las mujeres
Por Juan Ignacio Martínez Valero
El mercado emergente en el mundo no es China, sino las mujeres. Esta contundente afirmación corresponde a la economista Sylvia Ann Hewlett, presidenta y directora general del Centro para la Innovación de Talento de Nueva York y experta en cuestiones de género, que trabaja con agencias gubernamentales y organizaciones sin fines de lucro para promover a las mujeres en el lugar de trabajo.
Desde luego a Hewlett no le falta razón y es que, según el Informe Mundial GEM 2018/19 (Global Entrepreneurship Monitor), la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA) femenina ha vuelto a aumentar, del 5,6% al 6%, y la brecha a la hora de emprender entre hombres y mujeres ha vuelto a disminuir, por sexto año consecutivo.
Como dijo el ex secretario de Naciones Unidas y Premio Nobel de la Paz en 2001, Kofi Annan, «La igualdad de las mujeres debe ser un componente central en cualquier intento para resolver los problemas sociales, económicos y políticos.»
A pesar de las dificultades que las mujeres han sufrido a lo largo de la historia en el terreno laboral, lo cierto es que el emprendimiento femenino se ha mantenido a través del tiempo, con diferentes retos en cada época, pero con una importante diversidad de perfiles de mujeres emprendedoras.
Hay motivos para discutir:
En México de la población total de emprendedores, 19% corresponde a mujeres (cuatro millones, aproximadamente); este género sólo ocupa 3.6% de los puestos directivos, mientras que representa 51% de la población total y 38% es económicamente activa.
Las jóvenes emprendedoras se enfrentan ante el dilema de combinar su papel de empresarias con el rol de esposas. Aunque no hay cifras, se sabe que algunas abortan la misión empresarial en pro de su vida familiar que muchas veces también termina en fracaso.
Los negocios están hechos para los hombres, es lo que se piensa, sobre todo en México y más en zonas rurales. Es momento de cambiar esa mentalidad, pero mientras eso no ocurra, debemos enfatizar que las mujeres deben intentar tener independencia financiera, que se aseguren tener, una pareja, un compañero de vida similar, alguien que te vea igual, no más, no menos; fomentar la asignación de roles equitativos en tu relación. Eso dará mucha libertad. Y de la libertad nacen ganas de hacer muchas cosas, una de ellas emprender, formarse, especializarse, hoy más que nunca con la transformación digital que anda acelerada por las nuevas formas de consumo y las nuevas perspectivas laborales.
Los referentes femeninos son importantes: Los casos de grandes mujeres que han roto los paradigmas. Pero hay un problema, hay más mujeres extranjeras como referentes que en la mujer mexicana. Las líderes mexicanas son muy pocas, y esto lleva a pensar que eso de emprender o ser una ejecutiva de una gran empresa es para las extranjeras o para otros países. No es cuestión de demeritar, cada una ha hecho grandes cosas, pero si lo pensamos, ciertamente casi no existen en el país, y esto es un hecho lamentable que debe de cambiar con la misma rapidez que cambian los tiempos, además, pues el camino es aún más largo en referencia a otros países o culturas.
Una de las ventajas de ser emprendedora es poseer más libertad, pero se trata de una libertad que implica la obligación de tener presente que las tareas tienen fechas de caducidad, que los negocios deben darle rienda suelta a la creatividad sin ataduras y que, si bien es cierto los horarios son volátiles, requieren de compromiso.
Otro de los problemas que sacuden a las mujeres emprendedoras es el fracaso. El fracaso pega más a las mujeres que a los hombres, y esto está demostrado empíricamente. Paradójicamente y aunque les intimida más la responsabilidad de tal manera que se toman el fracaso como algo personal, no atienden tanto a situaciones del macroentorno o la retroalimentación de otras personas cuando les informan que hasta aquí se llegó, sobre todo en tiempo adecuado, antes de cargar con más culpas o fracasos de la cuenta. Se debe aceptar que no se puede hacer todo, permitirse cometer errores y aprender de ellos, rodearse del equipo adecuado, reestructurar, escuchar a otras personas, hacer networking, descubrir las habilidades que tienen escondidas e intentar ser asertiva.
El avance laboral de la mujer es no solamente un avance del conjunto de la sociedad, sino también de las empresas para las que trabajan. Supone una palanca para el cambio organizativo y una constatación de que las empresas superan con éxito las pruebas que se le van presentando por el camino.
¿Por qué deciden emprender las mujeres?
El Inegi detalla las motivaciones que tienen las mujeres para emprender y las más relevantes son:
29% desea tener un negocio propio e independencia.
20% tiene necesidad de elevar su calidad y nivel de vida.
20% lo hace por gusto.
18% busca continuar el negocio familiar.
13% porque perdieron su empleo y decidieron emprender.
Ya vimos características y motivaciones, es hora de conocer cómo son las empresas lideradas por mujeres en México.
Conforme a la Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresas (AMMJE), las empresas que constituyen las emprendedoras mexicanas están mayormente enfocadas al consumo (62.3%) y, en promedio, contratan menos empleados que los hombres (1.7 empleados vs 1.85 empleados).
Un dato sumamente interesante que aporta la AMMJE es que a pesar de que las empresas lideradas por mujeres suelen ser menos tecnológicas e industriales, 17.8% de ellas ofrecen productos o servicios únicos en el mercado, algo que las hace las más “innovadoras”.
Pero si hablamos del retorno de las ganancias de las empresas de mujer, el Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección detalla que las empresarias destinan más del 70% a su comunidad y familia, mientras que los hombres sólo inyectan a ese rubro entre 30 y 40% de sus recursos. Es decir, son más coyunturales hacia la sociedad y la familia, y esto repercute en la educación de los hijos y en una sociedad más justa y equitativa.
Otro dato que hace constancia de lo buenas que son las mujeres al frente de las empresas es que ellas cuentan con planes de negocio más sólidos y buscan más canales de financiamiento cuando los necesitan (Women’s Entrepreneurship Report 2019). De cada 100 mujeres que solicitan un préstamo para invertir en su empresa, 99% salda su deuda por completo.
Aunque en los últimos años se ha hecho un esfuerzo importante para disminuir la brecha de género en el sector empresarial, la realidad es que aún son muchos los obstáculos que tienen que enfrentar las mujeres para participar de forma equitativa en el mercado laboral y en el mundo empresarial.
Social e históricamente a las mujeres se les ha impuesto la responsabilidad del llamado “trabajo doméstico”, lo cual tiene dos efectos en su incorporación al mercado laboral, es decir, disponen de menos tiempo para dedicarlo al trabajo remunerado.
Las actividades de cuidado del hogar se trasladan cada vez más al ámbito de las actividades productivas.
Para diversos expertos, las desigualdades de género que prevalecen en los mercados laborales de Latinoamérica provocan que las mujeres se ubiquen en trabajos relacionados con el comercio y servicio doméstico, de medio tiempo y con salarios bajos. Sin duda estos roles tienen un efecto negativo en las expectativas profesionales, siendo las mujeres de bajos recursos las que tienen mayores problemas para insertarse al mundo laboral.
Queda mucho camino por recorrer en el acceso de la mujer a los puestos de dirección en una empresa. Sin embargo, sí sabemos cuáles son los departamentos donde el liderazgo femenino tiene mayor presencia. De momento, según un estudio de Infojobs, son:
Atención al Cliente con un 66,7% de mujeres al frente.
Recursos Humanos con un 55,9%
Administración con un 51,7%
Comunicación con un 51,4%
Es común escuchar que en México no hay reglamentaciones para conciliar el trabajo y la vida familiar y que son insuficientes las políticas de horario flexible o trabajo remoto. A esto podemos agregar la carga del trabajo no remunerado.
Para poner en perspectiva el tema del trabajo no remunerado hay que comprender que las mexicanas dedican 4 horas diarias más a tareas del hogar y el cuidado de la familia que los hombres. De hecho, la Secretaría del Trabajo calcula que el valor económico del trabajo no remunerado de las mujeres puede alcanzar 4.4 billones de pesos al año.
Es una realidad que para que exista el crecimiento en un país, es vital el empoderamiento económico de las mujeres.
La buena noticia es que las emprendedoras mexicanas van por buen camino y siguen cambiando para bien el panorama de los negocios al volverse cada vez más visibles gracias a sus ideas innovadoras y al éxito de sus compañías. Las mujeres son empresarias imparables y con una buena estrategia, podrán acotar cada vez más la brecha de género.